Revisión sobre la edad de comienzo de la educación formal y su impacto sobre la salud.

abril 13, 2017



Les comparto  un interesante texto, para poder reflexionar sobre el ingreso escolar temprano y la influencia del mismo en la salud.  El nombre del articulo original es Madurez escolar: Dialogo y revisión sobre la edad de comienzo de la educación formal y su impacto sobre la salud (Dr. Christian Plebst, Abril 2017)

Los niños hoy están bajo presión de un amplio rango de situaciones culturales que son desconocidas por generaciones previas. La vida familiar ha cambiado significativamente, viven en un mundo de rápidos progresos digitales, reciben menos confianza y son controlados mas. Tienen menos libertades y un acceso significativamente menor a la naturaleza, son altamente vulnerables a los peligros de la comercialización y sexualización. La calidad y profundidad de sus aprendizajes durante los años mas tempranos se ha corrido de estar intrínsecamente conectado con la familia y la comunidad a convertirse crecientemente en una preparación para la escolaridad formal y el mundo laboral (Ellyatt, W, 2014). Ser niño, ser padres y ser docente se ha tornado particularmente desafiante.

Ante la creciente sobre oferta de estimulación y la falta de pautas claras de crianza saludable, los criterios de aquello que necesita un niño durante sus primeros años se ha desdibujado y mas aun, muchas de nuestras practicas aplicadas a la educación inicial se han vuelto un riesgo para el propio desarrollo temprano. El desarrollo socio emocional y cognitivo de un niño sucede de manera integral y solo con fines “teóricos” podemos hablar de ellos como compartimentos separados. Uno de los factor mas importantes de desempeño positivo en el futuro de un niño es su autoestima. Es decir, como se siente de ser quien es. En un población, en una educación y en un mundo de creciente diversidad, el respeto de los tiempos de aprendizaje de cada niño es muy importante. En la base de los desencuentros socio emocionales que luego tienen un impacto sobre la autoestima de los niños se encuentra la sobre exigencia académica temprana bajo un modelo educativo de comparación y competencia. Demasiada información demasiado temprano.

Mas aun, el impacto no es solamente “psicológico” sobre el niño sino también biológico, sobre la conformación de su cerebro, su sistema de alerta y auto regulación del estrés y consecuentemente luego en la adultez sobre algún órgano o sistema “blanco”. Hoy existe evidencia científica que indica que las capacidades para el aprendizaje académico formal no están totalmente aseguradas hasta los siete años de edad. Hasta tal edad las funciones ejecutivas (memoria de trabajo, control inhibitorio y de la atención) y la teoría de la mente aun dependen de la co-regulación de un adulto en situaciones desestructuradas. (Garon, Bryson & Smith, 2008; Klein, 1998; Whitebread, 2012, 2013, 2014).

Existe evidencia robusta a lo largo del mundo en relación a la edad de comienzo de la educación formal y la “aparición” de dificultades académicas y socio emocionales posteriores. En una aula son los niños mas pequeños (los nacidos en verano de un mismo año), los que están en mayor riesgo presentar mayores desafíos de aprendizaje al corto y largo plazo en comparación a los que ingresan con mayor edad de ese mismo año. Solo en Finlandia y Dinamarca no se sostiene este efecto de “edad y estación de  comienzo escolar”. En ambas naciones los niños comienzan su educación formal a partir de los siete años (PISA, 2009). El impacto negativo de abordajes educativos demasiado formales y demasiado temprano se observa sobre el desempeño académico, sobre las capacidades socio emocionales y a nivel relacional, con mayor incidencia de acoso (bullying) sobre aquellos niños de ingreso mas temprano.

 De las investigaciones surge como dato importante el grado de madurez alcanzada por las habilidades de auto-regulación de un niño como parámetro de madurez escolar y futuro desempeño escolar y desarrollo socio emocional . La maduración de las habilidades de auto-regulación dentro de las cuales se encuentra la capacidad de sostener la atención, la atención y disfrute compartido, la capacidad de postergar la gratificación y de tolerar la frustración dependen en parte de la educación inicial recibida, el grado exigencia escolar formal y la presencia o no de juego como abordaje educativo. De todo esto resulta fundamental el rol de entornos que fomenten las interacciones informales con adultos y las experiencias de aprendizaje basadas en el juego. La evidencia apoya que los niños desarrollan mayor confianza y actitudes positivas hacia el aprendizaje cuando se los provee de una educación de abordaje informal basada en el juego hasta la edad de siete años.

A los siete años la gran mayoría de los niños se encuentran cognitiva y socioemocionalmente equipados para beneficiarse de abordajes mas formales (Whitebread, Jarvis, 2016). En un país en desarrollo se sobre entiende que una gran cantidad de niños tengan la necesidad de ingresar de manera temprana al sistema educativo por razones “sociales”. Sin embargo, hemos perdido de vista y se ha automatizado y universalizado el que la educación inicial vaya de la mano de la educación formal, perdiendo espacio el juego y la proactiva construcción de convivencia, cooperación y colaboración como objetivo final del modelado de los primeros años. El juego es uno de nuestros “inventos” mas importantes como seres humanos, juntos con el lenguaje, la cultura y la tecnología.

El espacio y oportunidad para jugar se ha reducido de manera dramática, paralelamente al crecimiento del uso de la tecnología. El juego se encuentra en las base de la construcción de las capacidades simbólicas y de la inteligencia emocional del ser humano. Al priorizar la incorporación de saberes formales a edades cada vez mas tempranas estamos poniendo en riesgo justamente aquello que nos ha hecho mas humanos, el juego y la convivencia basada en el bien común en vez del desempeño comparativo y competitivo. No sabemos que mundo le va tocar a un niño dentro de 20 años pero lo que si sabemos es que van a tener que saber como lidiar y regular con desafíos emocionales crecientes.

Las habilidades mas útiles para un joven adulto del 2030 se relacionan mas con la resiliencia, flexibilidad, adaptabilidad, cooperación, colaboración y trabajo en equipo que con la excelencia académica individual. De manera creciente hoy la inteligencia se considera un concepto grupal y no solamente individual, y estas habilidades comienzan y se desarrollan de manera temprana a través del juego.Por suerte las variables que hacen al sano desarrollo emocional de un niño siguen siendo las mismas. La autoestima de cada uno de nosotros esta íntimamente ligada a como fuimos tratados y respetados desde la infancia. A la luz de las investigaciones de la meta cognición, resulta muy importante la conciencia que tienen los adultos de su estado de atención y presencia cuando están con niños. Qué mejor que dejarle como legado a un niño las capacidades de optimismo, confianza y alegría. Estos valores empiezan en los primeros años y se aprenden por imitación, dejando una de los impactos e improntas mas fuertes para el futuro. Al cerebro le sobra capacidad para aprender por si mismo, inclusive para aprender a leer y a escribir, especialmente cuando la base del desarrollo se centra en crear ambientes socioemocionales coherentes que modelen una convivencia positiva y pacifica que fortalecen la curiosidad y las capacidades para pensar y expresarse en libertad.
Para ello resulta de crucial importancia el juego y el estado de presencia, principalmente la autoestima, de aquellas personas que mas tiempo pasan con los niños.

En síntesis, la creciente evidencia indicaría que estamos ante la necesidad de una revisión de nuestras creencias sobre el desarrollo infantil, de cómo aprende un niño y en este contexto, de las políticas educativas tempranas. Lo que surge y sugiere la información proveniente de las comparaciones entre los países del mundo es la necesidad de extender el periodo de educación basada en el juego provisto desde ambientes desestructurados e informales (en comparación a la educación formal de un primer grado). Esto aseguraría un comienzo con igualdad de oportunidades para la mayoría de los niños, asegurando que los niños estén “listos” y puedan beneficiarse de la instrucción formal de la lectoescritura y la matemática de manera proactiva, es decir que los mismos niños disfruten y quieran aprender Los países que respetan estos tiempos madurativos demuestran un desempeños mas robusto a nivel académicos y del desarrollo socio-emocionales.

DR. CHRISTIAN PLEBST
Articulo original 

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