Psicología Femenina, Arquetipos: Artemisa

marzo 15, 2017



El predominio del arquetipo Artemisa se hace notar desde la infancia cuando la niña, aún muy pequeña, se atreve a explorar su entorno y demanda independencia tanto de la madre como del padre. La actitud de los padres, y con mayor peso la de la figura masculina (recordar a Zeus), será de gran importancia para el desarrollo equilibrado del arquetipo.
Durante el desarrollo de Artemisa, en la infancia, es importante tener en cuenta la interacción entre niña y padres. Pueden darse diferentes versiones de esta relación, lo que influirá en el posterior tránsito o bloqueo en el patrón arquetípico. Si los padres respetan el desarrollo de la niña,
sin limitar la expresión incipiente del arquetipo, tendrá la posibilidad de vivir la experiencia arquetípica de manera natural, como parte de su proceso vital. Esto lleva consigo la experimentación de las potencialidades, el aprendizaje profundo, la integración de la información de manera más o
menos consciente y progresiva por ampliación de conciencia. En el caso de otros modelos de padres, las consecuencias emocionales —y por ende mentales y físicas— serán variables. Padres igualitarios y ecuánimes en su relación y en la relación con los hijos pueden propiciar un desarrollo equilibrado y evolutivo de la niña Artemisa, lo que facilitará la integración del arquetipo de manera paulatina; mientras que otros padres que rechazan la conducta y carácter de su hija, o un padre no aprobador de dicha conducta, pueden llevar a la niña a desarrollar un sentimiento de desvalorización aunque externamente no lo demuestre. Ante una madre débil, pasiva, depresiva, víctima, puede tomar la decisión inconsciente, desde su tendencia de poder, de no ser nunca como ella, de no sucumbir a la vida sometida, triste, sin pasión ni ilusión, rechazando estas actitudes e, incluso, aspectos de la feminidad que asimila a la debilidad y al sometimiento. Esto puede implicar el rechazo de su propia feminidad o parte de ella, como la receptividad, la dulzura e incluso sus inclinaciones hacia la maternidad. Este rechazo puede devenir en un conflicto respecto a su identidad como mujer.
En su relación con otras mujeres, como ocurría con las ninfas y las jóvenes en los relatos mitológicos, se establecen vínculos de amistad, hermandad, compañerismo y protección, mientras que con los hombres se relaciona desde la amistad, el sentimiento de igualdad (piénsese en el episodio del nacimiento de su hermano Apolo), llegando a la competitividad. Es habitual que las mujeres Artemisa se unan y compartan ideales, una causa común; que establezcan alianzas entre ellas para poner en marcha proyectos, utilizando su talento y su capacidad creativa, poniéndola al servicio
del desarrollo de otras mujeres o colectivos desfavorecidos. En el plano de la sexualidad, la mujer Artemisa podría emular a la diosa en cuanto a su elección de la castidad como modo de vida. Puede
poner toda su energía sexual al servicio de una causa o ideal, a disposición de crear y construir proyectos que la enriquecen. El sexo puede estar ausente de su vida durante largas etapas sin que lo eche especialmente en falta. Cuando elige tener relaciones y vivir la sexualidad, ésta es sentida a
modo de una actividad física saludable, una actividad “deportiva” y de ocio, más que como un acto de intimidad y entrega emocional hacia otro ser. Por su carácter dominante y de lucha de poder respecto a lo masculino, es habitual que la mujer bajo el influjo arquetípico de Artemisa desempeñe
un rol activo en la relación sexual y disfrute de “someter” a su pareja a sus deseos y voluntad. Sin embargo, también se da el caso de mujeres Artemisa que, en el ámbito de la sexualidad, se permiten a sí mismas abandonar el poder y el control para entregarlo al otro y así dejarse conducir, algo que ellas necesitan explorar y que pocas veces se permite en otros ámbitos de su vida.
La mujer Artemisa vive una sexualidad fresca, sin prejuicios, sintiéndose libre de las ataduras de los mandatos sexuales que ejerce el sistema de creencias del patriarcado sobre otro tipo de mujeres (aquellas bajo el influjo de las diosas vulnerables). Parece estar liberada del mandato patriarcal
“parirás con dolor”. Recordemos que su madre, Leto, la parió sin dolor, ella no recibió el legado de sufrimiento de su madre, así que le resulta más fácil acceder al placer.
En una relación sexual, al igual que en los demás aspectos de su vida, una mujer Artemisa manifiesta abiertamente sus deseos, así como lo que no desea vivir. Se muestra abierta a dar y recibir placer, aunque no tiene la misma apertura a la hora de abrirse emocionalmente y entregarse a su pareja
sin reservas, a menos que esté activa en ella la presencia de Afrodita. Respecto a los hijos, su instinto maternal (diosa Deméter) puede no ser muy marcado. Sin embargo, es buena madre y compañera de sus hijos, educándoles en la independencia y en la acción, lo que puede ser un conflicto
cuando la tendencia natural de la hija o hijo es la pasividad o la dependencia. A la hora de formar pareja se fija más en hombres con los que puede establecer relaciones de igualdad y complementariedad, aquellos que la enriquecen, con los que puede compartir sus inquietudes y cuya actitud comprenden y respetan. De no ser así, la relación puede derivar hacia la competitividad o la pérdida del interés. Dada su naturaleza interior, puede resultar arduo encontrar una pareja con la que complementarse. Resulta atractiva para los hombres cuyo arquetipo tiene cualidades en común con
el de Artemisa, hombres valientes, seguros, intrépidos, conscientes de su poder. Puede llamar la atención de aquellos que carecen de dichas cualidades, las admiran y desean alcanzarlas, aunque sea a través de la relación con la mujer Artemisa. También, como señala Jean Shinoda Bolen, otra
“clase de hombre está atraído por la pureza de Artemisa, su virginidad e identificación con la naturaleza prístina”, hombres que, por su juventud o ideales, no se sienten cercanos a la sexualidad terrenal, hombres idealizadores y románticos, como el joven Hipólito, que sentía por Artemisa una devoción exaltada y se mantenía en castidad pese a la influencia que Afrodita trataba de ejercer sobre él. El arquetipo Artemisa predomina con toda su fuerza hasta la mitad de la vida (simbólicamente los cuarenta y nueve años), pero transcurrido ese período se producen transformaciones a todos los niveles que propician una evolución de Artemisa hacia una tendencia más reflexiva, de mayor
introspección. “Durante el viaje se enfrenta a los fantasmas del pasado, y suele descubrir sentimientos o anhelos durante mucho tiempo olvidados.” (Jean Shinoda Bolen)
Ya en la madurez avanzada, incluso en la vejez, la presencia de la energía de Artemisa, evolucionada, aceptada e integrada, mantiene a la mujer activa y con energía física y mental, con afinidad hacia la gente joven y capaz de implicarse en nuevas exploraciones y proyectos.

Ámbito limitado del arquetipo
Puede considerarse al arquetipo como una estructura psicoenergéticaemocional cuyo espectro ha de ser transitado en el devenir de la propia vida. “Estructura es el campo de información experiencial, emocional, energético y vital que cada persona transita a lo largo de su vida en una diná mica de evolución personal que, de manera consciente o inconsciente, es realizada como respuesta a las finalidades últimas de la vida, el aprendizaje y la comprensión”. La desidentificación del arquetipo de Artemisa conlleva una serie de cualidades que, una vez experimentadas y aprendido de ellas, han de ser trascendidas e integradas, pues de otra manera pueden llegar a ser limitadoras en la vida cotidiana de la mujer. Estas cualidades se manifiestan como limitaciones de la siguiente manera:
- Excesivamente centrada en su trabajo, sobre todo si tiene un profundo significado para ella. Posee una gran capacidad para fijarse objetivos y la certeza de que los logrará, lo cual puede llevarla a una dedicación exagerada.
 - Ni el emparejamiento ni la maternidad son necesidades urgentes. Se siente en permanente juventud y ansía la vida libre, sin compromiso emocional, sin limitaciones impuestas desde el exterior.
-Carece de intimidad emocional cercana y comprometida, aunque sí vive la hermandad con amigas y amigos. La castidad de la diosa puede simbolizarse en la mujer como una castidad emocional, y el sentido de hermandad con otras mujeres aporta una relación emocional que siente como suficientemente nutritiva.
- Es una mujer de acción acostumbrada a la libertad, al reto y a conseguir sus objetivos. Sensación de frustración si no vive desafíos y situaciones personalmente gratificantes.
- Niega su propia vulnerabilidad y necesidades de relaciones de pareja, llegando a despreciar la inseguridad o la debilidad en el hombre. Su sensación interior de fuerza e invulnerabilidad la llevan a cierta actitud de falta de compasión, generalmente con lo masculino.
- Su cólera puede ser sumamente destructiva, enfadándose “con el hombre o los hombres en general por despreciarla o no tratar con respeto algo que ella valora”. La castidad simbólica en la que puede estar viviendo le lleva a rechazar al hombre. El ejercicio del poder de éste sobre lo femenino la encoleriza sobremanera.
- Inaccesible emocionalmente, no se da cuenta de los sentimientos de quienes la rodean. Su incapacidad de sufrir le impide percibir el sufrimiento ajeno, por lo que su actitud poco compasiva se ve más acentuada todavía.
- Vengativa con los que la ofenden a ella o a sus ideales, capaz de castigar sin piedad pues juzga en términos de “blanco o negro”, sin matices. Acostumbrada, por su carácter, a ejercer su voluntad de diosa, impulsiva y caprichosa, puede reaccionar con excesiva fuerza desde una posición más justiciera que justa.

Integrando el arquetipo. Propuesta de aprendizaje

Cuando la mujer identificada con el arquetipo Artemisa vive el proceso de trascender e integrar sus cualidades, va ampliando la conciencia con relación a la naturaleza del arquetipo, hasta el punto de aprender a utilizar esas cualidades como herramientas en su proceso vital y, a la vez, se abre a la vivencia de otros arquetipos que también forman parte de la naturaleza femenina. Para el desarrollo del potencial del arquetipo y, por tanto, la consecución del equilibrio interior, la mujer identificada con Artemisa ha de tomar conciencia de aspectos emocionales de su expresión vital que necesita evolucionar. No se trata de hablar de virtudes y defectos, sino de valorar el hecho de que una cualidad, ya sea por exceso o por carencia, puede resultar desarmonizadora en un momento dado del proceso vital. Dicho de otro modo, todo exceso es un defecto en sí, todo defecto es un exceso en sí; la virtud es el punto, comprendido entre exceso y defecto, que resulta armonizador para la mujer concreta en su momento vital concreto. Ese aspecto de “virtud” no es el mismo para cada mujer, ya que la necesidad de tránsito por el arquetipo y los aprendizajes que se han de realizar se presentan en función de cada individualidad. ¿Qué aspectos ha de tener en cuenta la mujer Artemisa para evolucionar en el arquetipo?  La mujer Artemisa, cuando está plenamente identificada, permanece conectada a las cualidades del arquetipo que hacen de ella una mujer luchadora, justiciera, en permanente desencuentro con la figura masculina, colérica, vengativa, caprichosa, ejercitadora de poder, etc. Estos aspectos de la diosa, manifestados en la expresión cotidiana, provocan tensión, desequilibrio y conflicto en una etapa posterior de desidentificación. Sin tener conciencia clara de ello, la mujer del arquetipo Artemisa que atraviesa este proceso provoca destrucción a su alrededor, no en el sentido físico de la palabra, sino en el sentido emocional y energético. Aunque ella vive en el centro de esa destrucción no es consciente de ello, lo considera algo natural. La evolución dentro de esta cualidad hacia la toma de conciencia de la realidad que crea, y las consecuencias de esa influencia sobre su vida y la vida de los demás, la pueden llevar a comprender su poder y el uso desarmonizador que hace de él. Esta comprensión desde lo más profundo de su ser, más allá del superficial entendimiento mental, le plantearán la necesidad de armonizar el poder interior y su expresión en la realidad externa en la cual interacciona. Se inicia así una parte del proceso, donde aprenderá a compatibilizar su poderosa naturaleza interior con las de los demás seres con quienes comparte la vida. La tolerancia, la diplomacia, la comprensión, la serenidad y la entrega en el amor son cualidades que la mujer Artemisa puede vivir sin por ello dejar de lado su naturaleza libre y poderosa. - Desarrollar la humildad para reconocer su lado humano. Dado el poder interior que la mujer Artemisa siente, la tendencia al orgullo, la prepotencia, el ejercicio constante del poder, etc., resultan actitudes habituales. Esto hace que no tenga conciencia clara del daño que puede llegar a causar en quienes interaccionan con ella. Desarrollar las cualidades opuestas a las que se han enumerado —por ejemplo a través de la humildad— la llevará a construir una relación menos destructiva y dañina con el resto de las personas, permitiendo el acercamiento en lugar del desencuentro, el amor y no el rechazo, la interacción en vez de la soledad.
- Escuchar lo que los demás quieren expresar, desarrollar la empatía y la compasión. Desde la atalaya en la que Artemisa se sitúa es difícil escuchar a los demás, tanto a nivel mental como emocional; por ello, lo sepa o no, la mujer Artemisa vive en soledad, arropada por sus “hermanas”, pero en una soledad interior a consecuencia de su prepotencia y su soberbia. Cultivar la escucha, la empatía y la compasión, entendida esta última como la alegría por el bienestar de los demás y la contribución a ello, son cualidades que permiten a la mujer Artemisa el tránsito por el arquetipo hasta su trascendencia e integración. - Aceptar su vulnerabilidad para aprender a amar. La mujer Artemisa, como cualquier ser humano, es vulnerable; utilizando el argumento contrario: la mujer Artemisa no es invulnerable. Desde su posición aislada y poderosa, la posibilidad de que el amor traspase las murallas que ha construido es escasa. La que muestra su fortaleza pone de manifiesto su debilidad, aquella que expone su debilidad revela su fortaleza. Es necesario reconocer la propia vulnerabilidad, destruir las ilusorias murallas que la mente ha construido, permitir que el amor en todos sus sentidos —y el Amor en sentido absoluto— trasciendan las barreras interiores y surja de lo más profundo de la mujer proyectándose sobre la propia vida. Cuando el amor nazca de dentro hacia afuera también podrá ser vivido de fuera hacia adentro, esto es algo que ha de comprender y convertir en vivencia. Recordemos que la mujer Artemisa se siente completa en sí misma, así que una vez que contacta con el amor, a través de Afrodita, puede crear una relación no basada en la necesidad o en la dependencia sino en la libertad, fuente del verdadero amor. - Tomar conciencia de su actitud hacia la figura masculina. El arquetipo Artemisa, a menudo, implica para la mujer la permanente actitud de rivalidad con la figura masculina de poder. La necesidad de mantener su independencia frente a lo masculino lleva consigo el bloqueo a las influencias de otros arquetipos como Afrodita o Deméter. Sin embargo, el hecho de mantener la actitud de rivalidad en cualquier ámbito de la vida no es algo de lo que la mujer Artemisa siempre tenga plena conciencia. La desidentificación y la trascendencia de los aspectos limitantes del arquetipo respecto a lo masculino requieren que tome conciencia de la importancia del amor más allá de la rivalidad, la independencia absoluta o el poder.

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