Destete fisiológico por Ibone Olza
marzo 04, 2016
LA FALTA DE ESTUDIOS SOBRE LA LACTANCIA PROLONGADA hace que sepamos muy poquito sobre el destete fisiológico: nadie lo ha investigado a fondo aún. Es muy poco lo que he encontrado escrito sobre el destete, más allá de los testimonios de las madres. ¿Cómo cambia la conducta de los niños y niñas durante el destete? ¿Cómo se inicia, cómo termina, cómo es el proceso? ¿Cuánto dura? Y el destete temprano, ¿puede producir algún síntoma de ansiedad tal y como se ha observado en ratas? (Ito, Kikusui, Takeuchi, & Mori, 2006).
En un artículo del boletín de la Liga de la Leche, la psiquiatra Waletzky recomienda el destete natural con la base de que un destete forzoso es emocionalmente traumático para el bebé. Afirma que sacarle abruptamente su principal fuente de experiencias emocionales satisfactorias conlleva un sufrimiento para el niño. Según ella, las recomendaciones de destetes tempranos se basan más bien «en sentimientos personales y prejuicios, y no en documentación médica» (Kneidel, 1990).
Pero, ¿qué es exactamente un destete natural? Algunas madres de Vía Láctea cuentan su experiencia. Entre otras cosas, coinciden en la dificultad de saber el momento en que este se produce, ya que suele ser algo muy paulatino y extendido en el tiempo. Irene Yus dice: «Higinio, de 8 años, creo que se ha destetado por completo hace unos meses. Digo que creo porque ya sabesque esto del destete natural suele ir muy paulatino y nunca sabes si en algún momento te van a volver a pedir».
En un estudio realizado en una comunidad en Lima, Perú, se encontró que la media de destete era 25 meses. Cuando el niño, en el momento del destete, mostraba reacciones negativas como llanto incesante o rechazo a comer, las madres empezaban un proceso de relactación desde una semana hasta tres meses después de realizado el destete. Los resultados demostraron que la decisión del destete es fácilmente reversible (Marquis, Díaz, Bartolini, Creed de Kanashiro, & Rasmussen, 1998).
A veces las madres viven el destete con cierta pena, otras con alegría y satisfacción por todo lo vivido. Mabel Ruiz Ruiz, madre de tres hijos y maestra, lo explica así: «He amamantado a mis hijos casi tres años a cada uno. He dormido con ellos y con su padre y les he dado a demanda. No me privaría de la experiencia por nada del mundo. He viajado con ellos, he volado a otros países… nunca un problema con la comida. Muy cómodo, muy limpio, muy sencillo. Cuántas caídas, enfados y problemillas se han solucionado con una buena tetada. Refugio y seguridad, eso era la teta. Ni qué decir cuando se han puesto malitos, la lactancia resolvía el paréntesis mientras volvían a comer. El destete lo decidí yo en los tres casos, cuando entendí que era el momento. Los acompañé en el proceso, y hoy siguen acariciando mis pechos con un gran cariño».
Esto de «acariciar los pechos con cariño» parece ser una fase común en el destete fisiológico. Los lactantes expertos siguen tocando los pechos de las madres cuando ya no toman el pecho. Consuelo Oliván, madre de mellizas, cuenta cómo una de ellas le dijo: «Mamá, ya no voy a tomar más tetita, pero sí la voy a seguir tocando». Yo le dije que sin problemas, que esa tetita siempre sería la suya, y sin ningún problema. De vez en cuandosu hermana está tomando, y me dice ‘Mamá, voy a ver si no se me ha olvidado mamar’, da unas chupaditas, sonríe y me dice contenta ‘¡Pues no se me ha olvidado!’».
Con cuatro o cinco años, los lactantes ya son conscientes de muchas cosas, también de lo excepcional que suele ser su experiencia. Lola Ruiz habla de la pena que sintió cuando su hija Marieta se destetó sola con casi 5 años: «Ella dice que lo hizo porque ya es mayor para ello. Yo creo que no tener a nadie cerca que tetara con su edad le hizo quitarse. A mí me ha costado mucho el duelo de saber que mi etapa de nutricia se ha terminado. Hoy me ha vuelto a pedir teta y me dice: ‘No sale nada mamá, de ninguna’. En otras ocasiones me ha pedido y salía una gotita, como decía ella. Hoy al decirme que no salía he sentido una pena enorme, se ha terminado y le he preguntado a ella si le daba pena. Con mucha naturalidad me ha dicho: ‘Nooooo, es que las tetitas saben que soy mayor y ya no las necesito’. Y, bueno, yo no he tenido palabras, solo un par de lágrimas».
La hija de María Álvarez, que tomó el pecho casi hasta los siete años, mostró una gran empatía al preguntarle a su madre sobre el destete: «Se destetó sola, pero me pidió permiso, me preguntó si yo estaba preparada para que ella dejase de mamar, porque si yo no estaba preparada, ella seguía. Nunca más volvió a pedir. Dejó de mamar diariamente de un día para otro. Hubo progresión en el número de tomas, pero no dejó de mamar ni un solo día (salvo si yo tenía que ausentarme). Poco a poco fue consciente de que sus amigos no mamaban y empezó a mamar solo en casa, o si estábamos en la playa se tapaba con una toalla la cabeza. Ahora no le gusta que cuente cosas sobre la lactancia a los demás, como si haber mamado tanto tiempo le diese vergüenza, ya veis, eso sí me duele, no el destete. Porque para míla lactancia ha sido un momento de mucho gozo, y para ella ahora es motivo de vergüenza... Pero así voy acostumbrándome a lo que venga».
Revisando estos testimonios, creo que las familias tendríamos que encontrar la manera de celebrar el destete con algún ritual o fiesta que ayude a madres y lactantes a celebrar la transición que marca el destete. En su texto Se acabó, Candy Tejera celebra así el destete de su hijo menor: «Han sido cuatro años y siete meses más o menos de amor, complicidad y caricias compartidas. A partir de ahora, seguiremos dándonos cariño mutuamente, aunque de otra manera. Todo lo que he vivido y aprendido de la lactancia, y a través de la lactancia, daría para un libro entero, libro que he pensado muchas veces en escribir. Son muchas las anécdotas que he vivido, las sensaciones que he experimentado, demasiadas para resumirlas. Cómo, por ejemplo, le olía a mi bebé el pis a cocido de mi madre, cómo me agobiaba que no quisiera el chupete y solo se durmiera al pecho, cómo se desbiberonó a los 5 meses y lo bonito que se le veía desde arriba cuando me miraba con ojos pícaros mientras comía. Lo echaré de menos, sin duda. Dar el pecho me ha hecho mucho bien, tanto física como emocionalmente. Me ha hecho sentir importante y querida como nunca antes me había sentido. Es, sin duda, una experiencia increíble que recomiendo a todo el mundo. ¡Viva la teta!
Extraído del libro Lactivista de Ibone Olza
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