Los niños nacen con un cuerpo mental y astral muy fuerte y seguro. Esto les posibilita para hacer maravillosas excursiones en los diferentes planos de existencia y ser conscientes de ellas, poco a poco estos cuerpos se debilitan o se alteran. Así, cuando crecemos, los sueños y viajes mentales o ensoñaciones no son tan intensas ni tan importantes para nosotros. Para un recién nacido, no hay diferencia apenas entre lo que sueña y la realidad, y vive el sueño con tanta nitidez que no podría para nada creer que “sólo es un sueño”, reconoce una vivencia pura, real. Hasta que una persona no adquiere conciencia no se da cuenta otra vez que ese sueño, esa otra realidad, realmente existe y es parte de algo mucho más grande que desde la mente del yo despierto o consciente se pueda entender. El cuerpo astral, igualmente, nace limpio, sereno y tranquilo. Poco a poco va viviendo experiencias en los diferentes planos alto y bajo astral, tiene contacto con personas que inconscientemente, e...
Lic. en Psicología Alexandra Rovetta | Psicoterapia sistémica y acompañamiento para el autoconocimiento, el bienestar emocional y la construcción de una vida con sentido. Sesiones online y presenciales.