Pesadillas y Terrores nocturnos en los niños y Esencias florales

agosto 10, 2015

La mayoría de los padres piensan que sus hijos tienen problemas de sueño porque tienen despertares frecuentes o no duermen cuando ellos creen que deberían hacerlo. Pero en realidad tales problemas no existen, el sueño es un proceso evolutivo que se adapta a las necesidades de cada etapa de la vida. Cada niño tiene su horario y no hay que compararlo con otros niños, el problema está en las falsas expectativas que se crean los padres y en que normalmente hay una falta de sincronía entre le horario laboral o social de los padres y el horario de sueño del niño.
Fases del sueño
Fase 1: Cuando empezamos a dormir, es un sueño muy ligero, tanto que si en ese momento nos hablan contestamos e incluso diremos que no estábamos durmiendo.
Fase 2: El sueño es algo más profundo. Si nos hablan probablemente no atendamos a la primera.
Fases 3 y 4: " Sueño profundo”. La mente está profundamente dormida, para despertarnos hace falta un ruido fuerte. El sueño profundo suele darse en las primeras horas de la noche. Los niños tienen más sueño profundo porque suelen ser más activos.
Fase REM: Es la fase en que soñamos. El cuerpo está relajado pero la mente está muy activa. Entre estas fases todos tenemos múltiples despertares ya que esto es crucial para la supervivencia Normalmente los adultos no nos damos cuenta de estos despertares pero los niños se quedan despiertos por que se sienten inseguros, no saben que esto es normal y tienen miedo, necesitan que les tranquilicemos y les ayudemos a dormirse de nuevo.

Las pesadillas son «sueños desagradables» que se recuerdan y que suceden en fase REM. Como esta fase es más frecuente en la segunda mitad de la noche, las pesadillas también suelen darse con mayor frecuencia en este periodo. En general, nuestro hijo se despierta aterrorizado en medio de la noche recordando un sueño espantoso: «... justo en el momento en que un enorme y horrible monstruo iba a devorarme, me desperté».

Por ello es muy difícil localizar esta alteración antes de los dos años:  primero, porque sin el lenguaje adquirido, la única forma de saber si un niño tiene pesadillas es por su alteración comportamental cuando se despierta en mitad de la noche, con lo que puede confundirse con otros trastornos.
En segundo lugar, hay autores que ponen en entredicho que la imaginación del niño sea tan rica antes de los dos años como para poder provocar una pesadilla bien estructurada. Pero a pesar de ello, sabemos que los niños tienen una fase paradójica (o REM) desde bien pequeños y por lo tanto, a su manera, pueden tener buenos y malos sueños, en el sentido de experimentar en esa fase buenas o malas sensaciones. Algunos autores comentan que es una alteración pasajera que suele mejorar con la edad, ya que los niños suelen ser más asustadizos que los mayores, por ello recomiendan solamente tranquilizarlos sin hacer nada más.

Pero esto no es exactamente cierto: la función de la fase REM, que es en la que se producen las pesadillas, es la de asimilar, ensayar y aprender situaciones relacionadas con las que nos han sucedido durante el día. Si su hijo sufre esporádicamente una pesadilla al mes (y no es de temática repetitiva) podemos pensar simplemente que ha sucedido algo durante el día cuya «digestión» ha sido más difícil. En este sentido sí que estaría en el grupo de niños que describíamos anteriormente, que sólo necesitaban tranquilizarse y que mejorarían con la edad. Pero éstos NO son los padres que suelen venir a consultar por pesadillas. Las consultas por pesadillas vienen cuando se dan casi cada día o muy frecuentemente; también cuando la temática se repite

En estos casos esa alteración, supuestamente benigna, suele ser el indicador de un estado de ansiedad latente en el niño. Y el tranquilizarlos solamente no nos va a servir para evitar que se repitan.

¿Los niños sufren de ansiedad? ¿Qué tipo de ansiedad puede provocar pesadillas? Muchos autores coinciden en que hay periodos críticos para el niño en los que sufre ansiedad. Si en esos momentos reciben apoyo y comprensión la cosa no va a más que una simple y pasajera inquietud, pero si no se soluciona puede
dar lugar a verdaderas manifestaciones ansiógenas. Una de las más frecuentes, las pesadillas. 

Terrores nocturnos Se producen en la primera mitad de la noche, ya que se trata de una alteración en la fase de sueño profundo y ésta se da mayoritariamente en las primeras horas. En general, es una alteración para pasar de la fase IV del sueño profundo a una fase más ligera. Veamos los síntomas más evidentes:
Laura se despierta a las pocas horas de acostarse. Se incorpora en la cama gritando y llorando de forma alarmante. La respiración es agitada, el pulso acelerado y está desorientada. Su cuerpo refleja pavor y sus movimientos, bruscos y violentos, lo corroboran. Su cara es el reflejo del pánico. Sus ojos, abiertos y con las pupilas dilatadas, miran pero no parecen fijarse en nada concreto y, si en algún momento mira a sus padres, más pareciera que mirase a través de ellos que a ellos directamente. De hecho, no reconoce a nadie. Al cabo de un rato (normalmente entre 10 y 20 minutos) se queda dormida o se despierta completamente. 

En ningún caso se acuerda de lo que ha sucedido. Este trastorno, aunque puede empezar a partir de los 6-7 meses (momento en que los niños completan la adquisición de todas las fases del sueño), suele ser más frecuente entre los 2 y los 5 años, y es prácticamente desconocido después de la adolescencia. ¿Qué hacer? Al igual que en las pesadillas, algunos autores recomiendan no hacer nada, salvo vigilar que no se dañen.16 Casi todas las alteraciones infantiles en estas fases profundas del sueño suelen desaparecer con la edad, es verdad, pero eso no quiere decir que no podamos hacer nada. Ante todo hemos de conocer el mecanismo que provoca este trastorno: el sueño es un proceso evolutivo y que hasta los 5-6 años todavía no está completa su maduración 
Bien, hasta los 6 años, los niños suelen tener una fase IV más profunda que los adultos, por eso explicábamos que este trastorno es más frecuente entre los 2 y los 5 años y que luego va desapareciendo. Esta idea la vemos expresada en Challamel y Thirion(2003): 

«Hasta los 6 años aproximadamente es un trastorno muy frecuente, traducción clínica de una fase de maduración cerebral, en la que el cerebro ha construido sus ciclos de sueño, pero en la que los estadios IV de sueño tranquilo son muy profundos, mucho más que en un niño mayor o en un adulto»

Al terminar esta fase IV se da un episodio de sueño más ligero, caracterizado por estados de vigilia parciales. A menudo ese sueño tranquilo de la fase IV es tan profundo que hay una imposibilidad de aligerarse correctamente cuando llega el momento, de modo que se producen toda una serie de trastornos en los cuales hay agitación motriz (recordemos que en fase profunda nos podemos mover). Estos trastornos pueden ser los terrores nocturnos, pero también son el origen del sonambulismo, la somniloquia (hablar dormido), etcétera. Todos son debido al mismo mecanismo, a esa imposibilidad de aligerar el sueño de una forma normal. Por eso estas alteraciones suelen mejorar con la edad, ya que el sueño profundo del adulto es de por sí más liviano y no hay tantas dificultades en aligerarlo, dado el caso.

No obstante, hay veces en que ese sueño profundo es más profundo de lo habitual porque el niño ha descansado poco durante el día y en esos casos sí que podemos intervenir. Cuando uno no duerme una noche, a la noche siguiente no necesita dormir 16 horas (8 de la primera noche y 8 de la segunda), sino que seguramente con unas diez tendrá bastante. Es como el comer: si usted no come nada durante un día bastará después con hacer una comida un poco más copiosa para recuperar la sensación de hartura y no necesita comer las cuatro comidas que ha dejado de hacer en ese día. Esto es así (en el sueño) porque en la primera parte de la noche es donde se da la mayor parte del sueño profundo (aquella que ayuda a nuestro cuerpo a recuperarse de su cansancio) y lo único que hacemos es alargarla un poco más (un ciclo más) para estar más descansados. En los adultos normalmente sólo la alargamos, pero en los niños puede alargarse y hacerse más profunda con lo que un aligeramiento en esos momentos es muy difícil, de ahí los terrores nocturnos. Por eso en niños con terrores nocturnos hay que mirar si los días en que duermen más horas (o aquellos en que duermen la siesta hasta más tarde, más cerca de la hora de acostarse) no presentan trastornos. Si es así, si su hijo es de este tipo, la solución es más fácil puesto que sólo necesita que se vaya a dormir más relajado y menos cansado (por ejemplo haciendo una siesta más tarde de lo habitual). Si intentamos que los niños no tengan necesidad de incrementar el sueño profundo, seguramente van a mejorar. Se ha comprobado que en menores en los que se ha suprimido precozmente la siesta o se ha hecho de forma muy radical, hay un incremento de parasomnias relacionadas con las fases de sueño profundo

Texto extraido de Rosa Jové "Dormir sin lagrimas" 

Tanto para las pesadillas como para los terrores nocturnos hay Flores de Bach que nos pueden ayudar:

Verbain (Verbena)
Irritabilidad, nerviosismo. Hiperactividad, aceleración. Hiperansiedad, estrés, actividad mental excesiva, tensión, impulsividad.
Aporta moderación, tolerancia.

Vine (Vid)
Para la tensión interna que se expresa en somatizaciones (síntomas físicos).
Tensión extrema, ansiedad. Ambición con compulsión por el éxito.


Rock Rose, es el remedio que utilizamos en las urgencias, cuando los miedos son muy grandes, extremos, paralizantes, cuando hablamos de pánico y terror.

Aspen, es el remedio para los miedos que no tienen un origen claro y preciso, no encontramos una razón o una explicación para tener miedo, estos miedos se pueden tener tanto de día como de noche y además las personas que los padecen temen con frecuencia explicar estos problemas a los demás

Mimulus, es el remedio para el miedo por las cosas cotidianas, la enfermedad, el dolor, los accidentes, la oscuridad.

Cherry Plum, es el remedio para cualquier tipo de descontrol, a menudo se utiliza en problemas de enuresis, tics, epilepsia y otros casos donde la falta de control este presente. Esta esencia ayuda a que la persona recuerde más sus sueños.

Además de estas flores utilizaremos las flores específicas de cada niño. Recordemos que cada niño tiene una manera de ser y un comportamiento diferente, elementos imprescindibles para hacer una buena valoración floral.


Por consultas  o agendar un turno comunicarse con 
Lic. en Psicología Alexandra Rovetta  
cel. 091 660 517 o psicointegraluruguay@gmail.com

Coordinadora de Psicología Integral Uruguay.


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