"La lactancia materna, un triunfo para toda la vida". La Lactancia después de la Cesárea..
julio 27, 2014Les comparto esta información sobre Lactancia después de la Cesárea!
"El nacimiento de un hijo es uno de los acontecimientos vitales más significativos y de mayor impacto en la vida de la mujer. Casi ninguna mujer imagina que no podrá parir a su bebé, que su hijo querido tendrá que venir al mundo en un quirófano y que pasará sus primeros minutos u horas en manos de desconocidos mientras un cirujano cose el vientre de su madre... Lamentablemente asistimos a una epidemia de cesáreas,
en su mayoría “inne-cesáreas” como ha denunciado la Organización Mundial de la Salud, que señala que en ningún país se debería superar el 10-15% de nacimientos por cesárea, mientras en nuestro país se roza el 25%, es decir, uno de cada cuatro niños viene al mundo por cesárea.
La lactancia materna es el alimento perfecto para los bebés. Su composición es inigualable, la leche materna es un alimento “vivo” y que cambia en función de lo que el bebé necesite, se sabe incluso que las madres que han tenido un bebé prematuro producen una leche especial para prematuros. La composición de la leche va cambiando a lo largo de cada toma (al principio tiene más agua y al final más grasa) y conforme
crece el bebé. También se sabe que a través de la leche la madre pasa sus defensas al bebé, por eso los bebés amamantados están muy bien protegidos frente a las enfermedades infecciosas (diarreas, gripes, otitis, meningitis, etc.). Además de calorías, defensas, y vitaminas la leche tiene unas sustancias de valor incalculable: los ácidos grasos que favorecen enormemente el desarrollo cerebral.
Probablemente la leche materna tenga otra cantidad de sustancias maravillosas que se irán descubriendo en los años venideros. Por el contrario, la lactancia artificial incrementa el riesgo de que el bebé padezca numerosas enfermedades (diarreas, infecciones respiratorias, otitis, bacteriemias, meningitis, botulismo, infecciones urinarias y enterocolitis necrotizante, síndrome de muerte súbita del lactante, diabetes tipo I, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, linfomas, enfermedades alérgicas y otro trastornos. La lactancia materna tiene muchas ventajas para la salud de la madre: disminuye la hemorragia posparto, favorece la pérdida del peso, una mejor remineralización ósea en el posparto, y disminuye el riesgo del cáncer de ovario y de mama.
Estamos bastante acostumbrados a oír toda esa retahíla de efectos positivos de la lactancia. Sin embargo tal vez el motivo más importante para recomendar la lactancia es que favorece el vínculo, que es algo tan sencillo como decir que favorece que el bebé crezca sintiéndose muy querido y siendo muy feliz, lo que a la larga hará que sea un niño con una buena autoestima y confianza en si mismo. Desde luego que esto también se puede conseguir sin lactancia materna, pero la lactancia materna lo facilita muchísimo.
Para las madres que han tenido una cesárea la lactancia tiene ventajas
adicionales como son:
• el útero recupera antes su tamaño normal (la cesárea hace que el útero tarde más en recuperar el tamaño normal que si el parto hubiera sido vaginal
• favorece la pérdida de peso, lo cual es aún más beneficioso si la madre tiene limitada su movilidad y actividad física durante las primeras semanas como consecuencia de la cesárea,
• la protección para el bebé de numerosas infecciones puede ser especialmente importante para los niños que nacen por cesárea tras un parto largo con rotura de bolsa o que permanecen ingresados en el hospital, donde el riesgo de infecciones es mayor.
Pero sobre todo el éxito en la lactancia permite a muchas madres recuperar la confianza en su cuerpo y la autoestima que se vio quebrantada por la cesárea . Al favorecer el vínculo, la lactancia puede ser un instrumento de sanación de la herida emocional producida por el parto traumático, tanto para la madre como para el niño.
Como cuenta una madre que tuvo a su hija por cesárea urgente y traumática: “dar de mamar durante casi nueve meses a mi hija ha sido mi mayor satisfacción, nuestra manera de superar el parto que no fue, me he sentido poderosa y segura, como si fuera la demostración de que mi cuerpo funciona...Las primeras semanas era lo que más me consolaba, me había perdido el parto pero nadie nos podría robar la lactancia, me sentía orgullosa de haberlo logrado a pesar del inicio tan dificultoso”.
A pesar de estos beneficios los obstáculos son importantes. De hecho son numerosos los estudios que demuestran que las madres que tienen una cesárea dan menos el pecho que las que dan a luz vaginalmente. Los motivos son múltiples, desde el retraso en la primera toma y las dificultades derivadas de algunas rutinas hospitalarias hasta la falla en la confianza de la mujer tras la cesárea.
DIFICULTADES PARA AMAMANTAR DESPUÉS DE LA CESÁREA
Un estudio señaló que las madre que daban a luz por cesárea urgente presentaban niveles más bajos de oxitocina y prolactina, las hormonas de la lactancia, en las primeras 48 horas del posparto. Otros autores también han concluido que las madres que dan a luz por cesárea presentan un riesgo tres veces mayor de abandonar la lactancia en el primer mes . Sin embargo las diferencias en la duración de la lactancia
entre las madres que han dado a luz vaginalmente y las que lo han hecho por cesárea desaparecen después del primer mes . Por lo tanto resulta evidente que después de una
cesárea las madres necesitan un apoyo especial e individualizado y un seguimiento estrecho en el inicio de la lactancia .
La mayoría de las dificultades que encuentran muchas madres para amamantar tras la cesárea no son debidas a la intervención sino a toda una serie de creencias erróneas y/o prácticas inadecuadas en el hospital que a menudo motivan que la lactancia termine antes de lo que la madre deseaba.
El retraso en la subida de la leche tras la cesárea es un ejemplo de ambas cosas. Como hemos comentado el retraso en la primera toma es un obstáculo significativo para el inicio de la lactancia. Casi todos los estudios sobre el efecto de la cesárea en el inicio de la lactancia asumen o concluyen que la subida de la leche tarda más en las madres que han parido por cesárea. Sin embargo, la causa del retraso es difícil de precisar, ¿es debido a la cesárea en si misma o al retraso en el inicio de la lactancia, los fármacos o a
la tendencia a dar más biberones o chupetes? Lo que está claro es que en la mayoría de hospitales los niños nacidos por cesárea tardan más en realizar la primera toma, reciben más biberones en los primeros cuatro días y hacen menos tomas nocturnas .
Si la cesárea ha sido programada, sin que haya habido un trabajo de parto previo, aún se dificulta más la lactancia porque ni siquiera se ha dado tiempo a que las hormonas del parto y lactancia empezaran a producirse.
En realidad la lactancia se puede iniciar en la primera hora de vida del bebé incluso si éste ha nacido por cesárea. El paso de fármacos al bebé es mucho menor que la exposición que ha tenido en el útero durante la cesárea y los beneficios superan con creces a los posibles impedimentos. No existe ningún motivo médico que justifique el que a los bebés se les mantenga en observación sin sus padres durante las primeras 24
horas siguientes a la cesárea, como se realiza rutinariamente en algunos hospitales españoles. La observación clínica se puede realizar mientras el bebé está en brazos de su madre, o de su padre si la situación clínica de la madre es inestable. De hecho incluso si el bebé está enfermo o es prematuro y tiene que estar ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal sus padres tienen todo el
derecho del mundo a permanecer junto a él. Hace ya años que se ha demostrado que el método canguro es la mejor manera de tratar a los recién nacidos, sean prematuros o no, que por un motivo u otro necesitan estar ingresados. Los excelentes resultados de los bebés prematuros que han sido tratados de esta manera han demostrado que el método canguro favorece la recuperación física del bebé, la ganancia de peso y es también la mejor manera de fortalecer el vínculo madre-hijo desde muy pronto así como
de mejorar el pronóstico incluso cuando existe una evidente gravedad física. La Organización Mundial de la Salud recomienda que se aplique este método a todos los recién nacidos prematuros. Así que tener a los recién nacidos por cesárea, sean prematuros o no, separados de sus madres no se sostiene bajo ningún argumento médico (salvo que la madre se encuentre gravemente enferma o no quiera estar con su bebé). La primera recomendación para amamantar tras una cesárea es pues sencilla: no separar a madre y bebé bajo ningún argumento.
Al retraso en la primera toma se suele añadir otro problema, y es que para cuando el bebé por fin se reencuentra con su madre ya le han solido dar unos cuantos biberones, generalmente de suero glucosado o de leche artificial, y probablemente también le han puesto un chupete. La administración de suplementos a los recién nacidos tiene efectos desastrosos sobre la lactancia (9) A los bebés nacidos por cesárea a menudo se les ofrece el biberón en las primeras horas de vida para que la madre descanse. Esta supuesta ayuda produce dos efectos muy negativos. Por un lado el que el bebé no tome el pecho hace que la subida de leche sea más tardía y la producción menor. Pero además el movimiento necesario para succionar la tetina es muy diferente del necesario para tomar el pecho. Así se entiende que el bebé que toma el biberón, sea de leche o de suero glucosado, en los primeros días de vida, va tener muchas probabilidades de sufrir la llamada “confusión del pezón”: cuando le ponen al pecho lo rechaza o llora a pesar de que tiene hambre.
El cansancio, la fatiga y el estrés vivido por la madre pueden por sí solos inhibir la producción de la hormona prolactina. Este efecto suele verse acrecentado por las normas del hospital que a menudo impiden que la madre que ha tenido una cesárea descanse efectivamente: ¡todavía hay muchos hospitales donde se despierta a todas las madres a las 7 de la mañana para ponerles un termómetro! A esto se añade la creencia de que “la cesárea debilita tanto que la leche no alimenta al bebé”. A menudo se achaca a la debilidad materna secundaria a la cesárea el llanto del bebé, es decir, se interpreta que si el bebé llora mucho a pesar de tomar el pecho será porque la leche no le alimenta.
(Pero lo cierto es que casi todos los bebes suelen mostrarse más nerviosos e inquietos el tercer día de vida, justo antes de que aparezca la crecida de leche). Sin embargo la composición de la leche materna no cambia ni siquiera en los casos de madres desnutridas. Incluso si la madre ha perdido mucha sangre en la cirugía su leche seguirá siendo el alimento de mayor calidad para su bebé. (Paradojas de la vida, a veces la
madre está hambrienta y sin embargo en el hospital no se le permite comer nada en 24
horas, y luego se le da una dieta muy ligera. Un estudio señaló que las madres que comen sólido 4-8 horas después de la cesárea se recuperan mejor).
Otro de las nociones que entorpece bastante la lactancia tras la cesárea es la de que “para que la madre descanse y se recupere antes es preferible que dé el biberón”.
Preparar biberones en medio de la noche suele ser bastante más agotador que amamantar en la cama y como ya hemos comentado la lactancia favorece el que la madre se recupere antes de la cesárea.
El encontrar una buena postura para amamantar tras la cesárea puede no ser sencillo.
Muchas madres encuentran que la mejor postura en estos casos es tumbadas, esto también favorece el que echen pequeñas siestas cada vez que el bebé se duerme al pecho, lo que acelera bastante la recuperación materna. Otras madres se beneficiaron de los cojines especiales para la lactancia, que permiten tener al bebé bien colocado en el pecho sin que se apoye en el vientre de la madre, lo que evita el dolor.
Los bebés nacidos por cesárea pueden tener dificultades propias de su nacimiento.
Algunos pasan las primeras semanas muy adormilados, casi siempre por haber nacido dos o tres semanas antes de tiempo. Otros lloran desconsoladamente. Una madre nos decía “a pesar de mamar a demanda y de estar siempre con él, por las tardes llora desconsoladamente de una forma desgarradora. A veces está las 24 horas mamando, una cosa es mamar a demanda y otra no mamar 10 minutos cada tres horas. Es agotador...”
Efectivamente, es agotador y muy duro ver llorar a un niño cuándo se está haciendo todo lo posible por su bienestar. A veces no sabemos porqué lloran, aparentemente todo está bien. Lo cierto es que algunos niños han sufrido mucho en el parto, en la cesárea o en las primeras horas de vida. Llevan el susto metido en el cuerpo, por decirlo de alguna manera, para ellos la experiencia ha sido dura. Así que necesitan llorar, y aunque su madre les ofrezca el pecho y un abrazo a veces van a seguir llorando un ratito. Si encima pasaron las primeras horas o días de vida separados de sus padres puede ser que algunas cosas se lo recuerden. Por ejemplo al ser desnudados para recibir un baño o cambiarles el pañal, algunos niños lloran cómo si estuviesen en la UCI y fuesen a recibir otro pinchazo. Otros durante semanas suelen llorar a la misma hora en que vinieron al mundo. Resulta obvio, pero hay que recordar que los bebés se enteran de
todo, sufren y se emocionan exactamente igual que todos los humanos, y si un bebé ha tenido un parto traumático puede recordarlo o tener pesadillas con el mismo. Lo importante es entender que incluso si no sabemos muy bien qué es lo que les pasa siempre podemos ofrecerles el pecho como consuelo o simplemente tenerlos en brazos y cantarles o acariciarles. Algunos niños nacidos por cesárea tienen dolor en el cuello o en la cabeza por un malposicionamiento en el parto.
La cesárea tiene muy poco que ver con el momento glorioso que muchas madres soñaban y no es de extrañar que las reacciones psicológicas que puede producir sean intensas y muy complejas. Sin embargo los profesionales sanitarios a menudo desconocen el sufrimiento emocional que muchas madres atraviesan tras la cesárea. Por el contrario prevalece el imperativo de que la madre debe de estar feliz porque
tiene “un bebé sano” o agradecida por la cesárea. Pero lo uno no quita lo otro: se puede estar muy feliz por la llegada al mundo de un hijo y a la vez muy triste por la pérdida del parto soñado o de las primeras horas junto al bebé. Todos los sentimientos
son válidos, por muy contradictorios que parezcan: permitirlos, aceptarlos y escucharlos suele ser el primer paso en la recuperación. Porque la cesárea es ante todo un sacrificio y un acto de amor: cuando una madre acepta ser seccionada casi siempre lo hace desde el convencimiento de que eso es lo mejor para su hijo. Entender el dolor que a veces produce la cesárea permite aceptar que no se es menos mujer ni peor
madre por no haber parido, y que lamentar la pérdida del parto soñado también es una manera de mostrar a los demás que precisamente porque la madre ama al recién nacido siente tristeza de que este no encontrara al nacer una madre intacta y jubilosa, o que tuviera que pasar sus primeras horas de vida sin nadie de su familia a su lado.
Para algunas madres la cesárea no supone ningún trauma aparente, otras pueden tener sentimientos de pérdida y o fracaso. ¿Por qué son tan variables las reacciones ante un mismo suceso? Toda una serie de factores pueden inclinar la balanza en uno u otro sentido.
En primer lugar los factores obstétricos, es decir, los motivos que decidieron la cesárea y el como se desarrolló la intervención. En las cesáreas urgentes el miedo por la vida del bebé o la propia vida puede ser una situación tan estresante como para desencadenar un verdadero síndrome de estrés postraumático, una reacción psicológica que inicialmente sólo se consideraba en personas expuestas a guerras o situaciones de
gran violencia y que hoy se sabe que puede producirse igualmente después de situaciones estresantes en el parto.
Por contra las cesáreas programadas pueden permitir que la mujer se prepare mejor psicológicamente para la intervención. Sin embargo este aspecto por sí sólo no justifica el programar la cesárea sin que haya trabajo de parto previo, ya que casi siempre se puede esperar a que se inicie el parto de manera espontánea y entonces realizar la intervención, así la mujer ha podido prepararse para la cesárea y también
evitar entre otros el riesgo de que el bebé tenga problemas respiratorios, cosa frecuente en las cesáreas programadas. Además así el bebé al menos ha podido elegir su fecha de nacimiento.
El nacimiento, incluso si acontece en un quirófano, debería ser siempre tratado con el máximo respeto por parte de los profesionales: la madre y el niño son los verdaderos protagonistas. Si la mujer se ha sentido partícipe de la decisión, si ha sido bien informada, si ha percibido la cesárea como imprescindible es más probable que la asimile bien . Por el contrario, si se ha sentido maltratada verbalmente, si no ha sido acompañada y si la indicación de la cesárea ha sido dudosa o claramente innecesaria el malestar psicológico probablemente será significativo o incluso creciente conforme pase el tiempo. Para muchas madres el momento más doloroso llega meses o años después de la cesárea, cuando descubren que esta se podía haber evitado o que el motivo que se les dió en su momento era dudoso o incluso falso.
Los aspectos socioculturales pueden favorecer la satisfacción de la mujer con el procedimiento, como es el caso de aquellos círculos sociales donde la cesárea se percibe como un privilegio de las clases altas (fenómeno descrito en algunas sociedades latinoamericanas, como Brasil o México) o por el contrario pueden incrementar su aislamiento y sufrimiento interno si la familia o los amigos no entienden la decepción
de la madre con el nacimiento."
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