"La lactancia materna, un triunfo para toda la vida". La Lactancia después de la Cesárea..

julio 27, 2014

Iniciando la semana (1 al 7 de agosto) de conmemoración de la Lactancia Materna, bajo el Lema este año de "la lactancia materna, un triunfo para toda la vida". Quise compartir con todos, un artículo que se llama  "LACTANCIA DESPUÉS DE LA CESÁREA", de la Dr. Ibone Olza. Como sabrán ella me parece una excelente profesional, que expone este tema tan poco hablado, al alcance de todos! de aquí que sumándonos al Carnaval Blogero  #Dialactancia  . 


Les comparto esta información sobre Lactancia después de la Cesárea!

"El nacimiento de un hijo es uno de los acontecimientos vitales más significativos  y de mayor impacto en la vida de la mujer. Casi ninguna mujer imagina que no podrá  parir a su bebé, que su hijo querido tendrá que venir al mundo en un quirófano y que  pasará sus primeros minutos u horas en manos de desconocidos mientras un cirujano  cose el vientre de su madre... Lamentablemente asistimos a una epidemia de cesáreas, 
en su mayoría “inne-cesáreas” como ha denunciado la Organización Mundial de la  Salud, que señala que en ningún país se debería superar el 10-15% de nacimientos por  cesárea, mientras en nuestro país se roza el 25%, es decir, uno de cada cuatro niños  viene al mundo por cesárea. 

La lactancia materna es el alimento perfecto para los bebés. Su composición es inigualable, la leche materna es un alimento “vivo” y que cambia en función de lo que  el bebé necesite, se sabe incluso que las madres que han tenido un bebé prematuro  producen una leche especial para prematuros. La composición de la leche va cambiando  a lo largo de cada toma (al principio tiene más agua y al final más grasa) y conforme 
crece el bebé. También se sabe que a través de la leche la madre pasa sus defensas al  bebé, por eso los bebés amamantados están muy bien protegidos frente a las enfermedades infecciosas (diarreas, gripes, otitis, meningitis, etc.). Además de calorías,  defensas, y vitaminas la leche tiene unas sustancias de valor incalculable: los ácidos  grasos que favorecen enormemente el desarrollo cerebral. 

Probablemente la leche materna tenga otra cantidad de sustancias maravillosas que se irán descubriendo en los  años venideros. Por el contrario, la lactancia artificial incrementa el riesgo de que el  bebé padezca numerosas enfermedades (diarreas, infecciones respiratorias, otitis, bacteriemias, meningitis, botulismo, infecciones urinarias y enterocolitis necrotizante,  síndrome de muerte súbita del lactante, diabetes tipo I, enfermedad de Crohn, colitis  ulcerosa, linfomas, enfermedades alérgicas y otro trastornos. La lactancia materna  tiene muchas ventajas para la salud de la madre: disminuye la hemorragia posparto,  favorece la pérdida del peso, una mejor remineralización ósea en el posparto, y  disminuye el riesgo del cáncer de ovario y de mama. 

Estamos bastante acostumbrados a oír toda esa retahíla de efectos positivos de la lactancia. Sin embargo tal vez el motivo más importante para recomendar la lactancia es que favorece el vínculo, que es algo tan sencillo como decir que favorece que el bebé crezca sintiéndose muy querido y siendo muy feliz, lo que a la larga hará que sea un  niño con una buena autoestima y confianza en si mismo. Desde luego que esto también  se puede conseguir sin lactancia materna, pero la lactancia materna lo facilita  muchísimo. 

Para las madres que han tenido una cesárea la lactancia tiene ventajas 
adicionales como son: 
 el útero recupera antes su tamaño normal (la cesárea hace que el útero  tarde más en recuperar el tamaño normal que si el parto hubiera sido  vaginal  
 favorece la pérdida de peso, lo cual es aún más beneficioso si la madre  tiene limitada su movilidad y actividad física durante las primeras  semanas como consecuencia de la cesárea, 
 la protección para el bebé de numerosas infecciones puede ser  especialmente importante para los niños que nacen por cesárea tras un  parto largo con rotura de bolsa o que permanecen ingresados en el  hospital, donde el riesgo de infecciones es mayor. 

Pero sobre todo el éxito en la lactancia permite a muchas madres recuperar la  confianza en su cuerpo y la autoestima que se vio quebrantada por la cesárea . Al  favorecer el vínculo, la lactancia puede ser un instrumento de sanación de la herida  emocional producida por el parto traumático, tanto para la madre como para el niño. 
Como cuenta una madre que tuvo a su hija por cesárea urgente y traumática: “dar de  mamar durante casi nueve meses a mi hija ha sido mi mayor satisfacción, nuestra  manera de superar el parto que no fue, me he sentido poderosa y segura, como si fuera la demostración de que mi cuerpo funciona...Las primeras semanas era lo que más me  consolaba, me había perdido el parto pero nadie nos podría robar la lactancia, me sentía  orgullosa de haberlo logrado a pesar del inicio tan dificultoso”. 

A pesar de estos beneficios los obstáculos son importantes. De hecho son  numerosos los estudios que demuestran que las madres que tienen una cesárea dan  menos el pecho que las que dan a luz vaginalmente. Los motivos son múltiples, desde el  retraso en la primera toma y las dificultades derivadas de algunas rutinas hospitalarias  hasta la falla en la confianza de la mujer tras la cesárea. 

DIFICULTADES PARA AMAMANTAR DESPUÉS DE LA CESÁREA 

Un estudio señaló que las madre que daban a luz por cesárea urgente  presentaban niveles más bajos de oxitocina y prolactina, las hormonas de la lactancia,  en las primeras 48 horas del posparto. Otros autores también han concluido que las  madres que dan a luz por cesárea presentan un riesgo tres veces mayor de abandonar la  lactancia en el primer mes . Sin embargo las diferencias en la duración de la lactancia 
entre las madres que han dado a luz vaginalmente y las que lo han hecho por cesárea  desaparecen después del primer mes . Por lo tanto resulta evidente que después de una 
cesárea las madres necesitan un apoyo especial e individualizado y un seguimiento  estrecho en el inicio de la lactancia . 

La mayoría de las dificultades que encuentran muchas madres para amamantar  tras la cesárea no son debidas a la intervención sino a toda una serie de creencias  erróneas y/o prácticas inadecuadas en el hospital que a menudo motivan que la lactancia  termine antes de lo que la madre deseaba. 

El retraso en la subida de la leche tras la cesárea es un ejemplo de ambas cosas.  Como hemos comentado el retraso en la primera toma es un obstáculo significativo para  el inicio de la lactancia. Casi todos los estudios sobre el efecto de la cesárea en el inicio  de la lactancia asumen o concluyen que la subida de la leche tarda más en las madres  que han parido por cesárea. Sin embargo, la causa del retraso es difícil de precisar, ¿es debido a la cesárea en si misma o al retraso en el inicio de la lactancia, los fármacos o a 
la tendencia a dar más biberones o chupetes? Lo que está claro es que en la mayoría de hospitales los niños nacidos por cesárea tardan más en realizar la primera toma, reciben  más biberones en los primeros cuatro días y hacen menos tomas nocturnas . 
Si la cesárea ha sido programada, sin que haya habido un trabajo de parto previo,  aún se dificulta más la lactancia porque ni siquiera se ha dado tiempo a que las  hormonas del parto y lactancia empezaran a producirse. 

En realidad la lactancia se puede iniciar en la primera hora de vida del bebé  incluso si éste ha nacido por cesárea. El paso de fármacos al bebé es mucho menor que  la exposición que ha tenido en el útero durante la cesárea y los beneficios superan con  creces a los posibles impedimentos. No existe ningún motivo médico que justifique el  que a los bebés se les mantenga en observación sin sus padres durante las primeras 24 
horas siguientes a la cesárea, como se realiza rutinariamente en algunos hospitales  españoles. La observación clínica se puede realizar mientras el bebé está en brazos de su  madre, o de su padre si la situación clínica de la madre es inestable.  De hecho incluso si el bebé está enfermo o es prematuro y tiene que estar  ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal sus padres tienen todo el 
derecho del mundo a permanecer junto a él. Hace ya años que se ha demostrado que el  método canguro es la mejor manera de tratar a los recién nacidos, sean prematuros o  no, que por un motivo u otro necesitan estar ingresados. Los excelentes resultados de los bebés prematuros que han sido tratados de esta manera han demostrado que el  método canguro favorece la recuperación física del bebé, la ganancia de peso y es también la mejor manera de fortalecer el vínculo madre-hijo desde muy pronto así como 
de mejorar el pronóstico incluso cuando existe una evidente gravedad física. La  Organización Mundial de la Salud recomienda que se aplique este método a todos los  recién nacidos prematuros. Así que tener a los recién nacidos por cesárea, sean  prematuros o no, separados de sus madres no se sostiene bajo ningún argumento médico  (salvo que la madre se encuentre gravemente enferma o no quiera estar con su bebé). La  primera recomendación para amamantar tras una cesárea es pues sencilla: no separar a  madre y bebé bajo ningún argumento. 

Al retraso en la primera toma se suele añadir otro problema, y es que para  cuando el bebé por fin se reencuentra con su madre ya le han solido dar unos cuantos  biberones, generalmente de suero glucosado o de leche artificial, y probablemente  también le han puesto un chupete. La administración de suplementos a los recién  nacidos tiene efectos desastrosos sobre la lactancia (9) A los bebés nacidos por cesárea a menudo se les ofrece el biberón en las primeras horas de vida para que la madre  descanse. Esta supuesta ayuda produce dos efectos muy negativos. Por un lado el que el  bebé no tome el pecho hace que la subida de leche sea más tardía y la producción  menor. Pero además el movimiento necesario para succionar la tetina es muy diferente  del necesario para tomar el pecho. Así se entiende que el bebé que toma el biberón, sea  de leche o de suero glucosado, en los primeros días de vida, va tener muchas  probabilidades de sufrir la llamada “confusión del pezón”: cuando le ponen al pecho lo  rechaza o llora a pesar de que tiene hambre. 
El cansancio, la fatiga y el estrés vivido por la madre pueden por sí solos inhibir  la producción de la hormona prolactina. Este efecto suele verse acrecentado por las  normas del hospital que a menudo impiden que la madre que ha tenido una cesárea  descanse efectivamente: ¡todavía hay muchos hospitales donde se despierta a todas las  madres a las 7 de la mañana para ponerles un termómetro! A esto se añade la creencia  de que “la cesárea debilita tanto que la leche no alimenta al bebé”. A menudo se achaca  a la debilidad materna secundaria a la cesárea el llanto del bebé, es decir, se interpreta  que si el bebé llora mucho a pesar de tomar el pecho será porque la leche no le alimenta. 

(Pero lo cierto es que casi todos los bebes suelen mostrarse más nerviosos e inquietos el tercer día de vida, justo antes de que aparezca la crecida de leche). Sin embargo la  composición de la leche materna no cambia ni siquiera en los casos de madres  desnutridas. Incluso si la madre ha perdido mucha sangre en la cirugía su leche seguirá siendo el alimento de mayor calidad para su bebé. (Paradojas de la vida, a veces la 
madre está hambrienta y sin embargo en el hospital no se le permite comer nada en 24 
horas, y luego se le da una dieta muy ligera. Un estudio señaló que las madres que  comen sólido 4-8 horas después de la cesárea se recuperan mejor). 
Otro de las nociones que entorpece bastante la lactancia tras la cesárea es la de que  “para que la madre descanse y se recupere antes es preferible que dé el biberón”. 
Preparar biberones en medio de la noche suele ser bastante más agotador que  amamantar en la cama y como ya hemos comentado la lactancia favorece el que la  madre se recupere antes de la cesárea. 
El encontrar una buena postura para amamantar tras la cesárea puede no ser sencillo. 
Muchas madres encuentran que la mejor postura en estos casos es tumbadas, esto  también favorece el que echen pequeñas siestas cada vez que el bebé se duerme al  pecho, lo que acelera bastante la recuperación materna. Otras madres se beneficiaron de los cojines especiales para la lactancia, que permiten tener al bebé bien colocado en el  pecho sin que se apoye en el vientre de la madre, lo que evita el dolor. 
Los bebés nacidos por cesárea pueden tener dificultades propias de su nacimiento. 
Algunos pasan las primeras semanas muy adormilados, casi siempre por haber nacido  dos o tres semanas antes de tiempo. Otros lloran desconsoladamente. Una madre nos  decía “a pesar de mamar a demanda y de estar siempre con él, por las tardes llora  desconsoladamente de una forma desgarradora. A veces está las 24 horas mamando, una cosa es mamar a demanda y otra no mamar 10 minutos cada tres horas. Es agotador...” 
Efectivamente, es agotador y muy duro ver llorar a un niño cuándo se está haciendo  todo lo posible por su bienestar. A veces no sabemos porqué lloran, aparentemente todo  está bien. Lo cierto es que algunos niños han sufrido mucho en el parto, en la cesárea o  en las primeras horas de vida. Llevan el susto metido en el cuerpo, por decirlo de alguna  manera, para ellos la experiencia ha sido dura. Así que necesitan llorar, y aunque su  madre les ofrezca el pecho y un abrazo a veces van a seguir llorando un ratito. Si  encima pasaron las primeras horas o días de vida separados de sus padres puede ser que  algunas cosas se lo recuerden. Por ejemplo al ser desnudados para recibir un baño o cambiarles el pañal, algunos niños lloran cómo si estuviesen en la UCI y fuesen a  recibir otro pinchazo. Otros durante semanas suelen llorar a la misma hora en que  vinieron al mundo. Resulta obvio, pero hay que recordar que los bebés se enteran de 
todo, sufren y se emocionan exactamente igual que todos los humanos, y si un bebé ha  tenido un parto traumático puede recordarlo o tener pesadillas con el mismo. Lo  importante es entender que incluso si no sabemos muy bien qué es lo que les pasa  siempre podemos ofrecerles el pecho como consuelo o simplemente tenerlos en brazos y  cantarles o acariciarles. Algunos niños nacidos por cesárea tienen dolor en el cuello o en  la cabeza por un malposicionamiento en el parto. 
La cesárea tiene muy poco que ver con el momento glorioso que muchas madres  soñaban y no es de extrañar que las reacciones psicológicas que puede producir sean  intensas y muy complejas. Sin embargo los profesionales sanitarios a menudo  desconocen el sufrimiento emocional que muchas madres atraviesan tras la cesárea.  Por el contrario prevalece el imperativo de que la madre debe de estar feliz porque 
tiene “un bebé sano” o agradecida por la cesárea. Pero lo uno no quita lo otro: se  puede estar muy feliz por la llegada al mundo de un hijo y a la vez muy triste por la  pérdida del parto soñado o de las primeras horas junto al bebé. Todos los sentimientos 
son válidos, por muy contradictorios que parezcan: permitirlos, aceptarlos y escucharlos suele ser el primer paso en la recuperación. Porque la cesárea es ante todo  un sacrificio y un acto de amor: cuando una madre acepta ser seccionada casi siempre  lo hace desde el convencimiento de que eso es lo mejor para su hijo. Entender el dolor  que a veces produce la cesárea permite aceptar que no se es menos mujer ni peor 
madre por no haber parido, y que lamentar la pérdida del parto soñado también es una  manera de mostrar a los demás que precisamente porque la madre ama al recién  nacido siente tristeza de que este no encontrara al nacer una madre intacta y jubilosa,  o que tuviera que pasar sus primeras horas de vida sin nadie de su familia a su lado. 
Para algunas madres la cesárea no supone ningún trauma aparente, otras pueden  tener sentimientos de pérdida y o fracaso. ¿Por qué son tan variables las reacciones ante  un mismo suceso? Toda una serie de factores pueden inclinar la balanza en uno u otro  sentido. 

En primer lugar los factores obstétricos, es decir, los motivos que decidieron la  cesárea y el como se desarrolló la intervención. En las cesáreas urgentes el miedo por la  vida del bebé o la propia vida puede ser una situación tan estresante como para  desencadenar un verdadero síndrome de estrés postraumático, una reacción psicológica que inicialmente sólo se consideraba en personas expuestas a guerras o situaciones de 
 gran violencia y que hoy se sabe que puede producirse igualmente después de  situaciones estresantes en el parto.

Por contra las cesáreas programadas pueden permitir que la mujer se prepare  mejor psicológicamente para la intervención. Sin embargo este aspecto por sí sólo no  justifica el programar la cesárea sin que haya trabajo de parto previo, ya que casi  siempre se puede esperar a que se inicie el parto de manera espontánea y entonces  realizar la intervención, así la mujer ha podido prepararse para la cesárea y también 
evitar entre otros el riesgo de que el bebé tenga problemas respiratorios, cosa frecuente  en las cesáreas programadas. Además así el bebé al menos ha podido elegir su fecha de  nacimiento. 
El nacimiento, incluso si acontece en un quirófano, debería ser siempre tratado  con el máximo respeto por parte de los profesionales: la madre y el niño son los  verdaderos protagonistas. Si la mujer se ha sentido partícipe de la decisión, si ha sido  bien informada, si ha percibido la cesárea como imprescindible es más probable que la  asimile bien . Por el contrario, si se ha sentido maltratada verbalmente, si no ha sido acompañada y si la indicación de la cesárea ha sido dudosa o claramente innecesaria el  malestar psicológico probablemente será significativo o incluso creciente conforme pase  el tiempo. Para muchas madres el momento más doloroso llega meses o años después de  la cesárea, cuando descubren que esta se podía haber evitado o que el motivo que se les  dió en su momento era dudoso o incluso falso. 
Los aspectos socioculturales pueden favorecer la satisfacción de la mujer con el  procedimiento, como es el caso de aquellos círculos sociales donde la cesárea se percibe  como un privilegio de las clases altas (fenómeno descrito en algunas sociedades  latinoamericanas, como Brasil o México) o por el contrario pueden incrementar su  aislamiento y sufrimiento interno si la familia o los amigos no entienden la decepción 
de la madre con el nacimiento."

Si quieres leerlo completo pincha aquí 



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