¿Cuándo ir al psicólogo? por Paulina Sallés
mayo 12, 2014
Aunque no nos demos cuenta, día a día la vida nos presiona al cambio. A cada momento estamos tomando decisiones, aunque muchas veces lo hacemos de manera inconsciente y guiados por el repertorio de experiencias que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra historia, sin siquiera pensar en cómo lo estamos haciendo.
Sin embargo, llega un momento en que una situación particular, una condición o una etapa de la vida, genera sensaciones o síntomas desagradables o, simplemente nos hace percibir que no contamos con los recursos disponibles para enfrentarla.
Cuando sentimos que ya no podemos controlar una situación es bueno ir al psicólogo.
Muchas pueden ser las situaciones que nos lleven a este estado. Dificultades en el trabajo, problemas de pareja, familiares, económicos, duelos, e incluso cambios deseados e interpretados como positivos que generan expectativas, ansiedades y temores que nos hacen pensar que no seremos capaces de enfrentarlos adecuadamente, como por ejemplo, un ascenso laboral o la llegada de un hijo.
Cuando estas condiciones se acompañan de angustia, tristeza, apatía, rabia, desmotivación, miedo u otras emociones y éstas impiden disfrutar los aspectos buenos de la vida, es momento de plantearse si es posible superar este estado en un tiempo prudente, o si es necesario acudir a un psicólogo que, a partir de sus herramientas profesionales, pueda ayudarle a comprender la situación y generar las condiciones para sobreponerse.
Muchas personas piensan que ir al psicólogo implica asumir la incapacidad de solucionar los problemas por sí mismos y es en este punto en el que quiero hacer una distinción importante. Como psicóloga, estoy absolutamente convencida de que las personas tenemos el potencial de auto-sanarnos, sin embargo, cuando estamos muy confundidos y ya nos hemos dejado atrapar por pensamientos y emociones que nos desgastan y nos hacen perder el poder de autogestionarnos, es de mucha utilidad contar con la ayuda de alguien, con conocimientos y formación terapéutica, que pueda mirarnos desde otra perspectiva y ayudarnos a comprender dónde y cómo perdimos el manejo de nuestras vidas.
Los psicólogos podemos, a partir del establecimiento de un vínculo diferente a la amistad y probablemente a cualquier otro lazo que las personas formemos, entrar con respeto y con curiosidad en la historia de quien necesita nuestra ayuda para actuar como un facilitador del proceso de cambio. De este modo es posible recorrer comprensivamente los caminos que originaron el sufrimiento y construir sendas nuevas que lleven a la solución y a un modo más generativo de vivir la vida, estando acompañado y sintiéndose contenido.
En mi rol de psicóloga, subrayo el tema del respeto y la curiosidad, más allá de la comprensión de la persona a partir de las teorías que hemos estudiado. Estas deben estar puestas como telón de fondo, para guiar en parte nuestra búsqueda, pues cada persona es un mundo y, en ese sentido, nadie cabe en un modelo o enfoque de psicoterapia. Las teorías están al servicio de la comprensión de las personas y no al revés.
Cabe señalar también que un psicólogo no es un consejero que va a indicarle el modo en que usted debe solucionar sus problemas y gestionar su vida. Tal como expliqué con anterioridad, su rol es el de un “facilitador” o el de un “perturbador”, que a través de preguntas e interpretaciones planteadas como sugerencias y que son guiadas de manera estratégica, puede llevarlo a descubrir en usted mismo la solución de sus problemas y ayudarlo a desarrollar su potencial.
Cuando estamos muy confundidos es de mucha utilidad contar con la ayuda de alguien.
Por otra parte, se puede acudir al psicólogo también en aquellos casos en que uno no siente que tenga grandes problemas, pero se encuentra en un momento de la vida en que quiere iniciar un camino de autoconocimiento, ya sea para superar viejas heridas, para comprender algo de su historia, de su presente o para orientar su futuro en general o en un área específica.
Es importante destacar que no todos los psicólogos son iguales ni trabajan del mismo modo. Tanto las características personales, como el modelo desde el cual trabajan y su estilo de hacer psicoterapia influyen en la calidad del vínculo y en la capacidad que tengan de ayudar o no a la persona que lo solicita.
De acuerdo a lo anterior, entonces, antes de comenzar una psicoterapia es muy importante elegir un psicólogo con el que existan más posibilidades de tener un buen proceso terapéutico
Por consultas comunicarse al 091 660 517
Psicointegralurugay@gmail.com
Lic. Alexandra Rovetta
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