¿Qué tienen las flores de Bach que cada día están ganando más adeptos en el tratamiento de enfermedades infantiles?
mayo 19, 2013
"El déficit atencional es una condición madurativa del cerebro, no una enfermedad. Cuando se suministra un medicamento, lo que se hace no es curar el problema, sino ayudarlo sintomáticamente mientras el niño madura. Pero, ¿qué pasa con la esencia de ese niño? Sigue siendo un niño que se siente dislocado de la sociedad. Ese sufrimiento que acompaña su condición - por el rechazo de los profesores, el fracaso, la repitencia de curso- , lo puede aliviar la terapia complementaria, no el remedio", sentencia la neurosiquiatra infantil Amanda Céspedes, precursora en recomendar la terapia floral como tratamiento alternativo a muchos de sus pequeños pacientes.
En ellos, asegura, ha visto grandes cambios después de haber iniciado una terapia complementaria con flores de Bach. "Tengo un niño que se negaba a entrar a consulta, porque tenía miedo de todo el mundo. En seis meses de terapia floral, fue capaz de entrar y conversarme, estar muy contento, y hasta proponerme un juego".
Cómo actúan en el organismo
La terapia floral ayuda a los niños a sobrellevar sus enfermedades y mejorar los síntomas. Según la sicóloga Soledad Ross, todas las emociones tienen una cierta frecuencia vibratoria, y lo que hacen las esencias florales - preparadas a partir de la energía de 38 flores que el doctor Edward Bach, el mentor de esta terapia, asoció a distintos estados emocionales- es vibrar en la misma frecuencia de esa emoción, equilibrándola.
"Cuando el niño toma la esencia correspondiente, esa energía entra directamente en resonancia con el estado negativo, armonizándolo. Las enfermedades son como los virus computacionales, entran en una persona somatizando el cuerpo, bajando sus defensas físicas y emocionales. Las flores llegan a ese núcleo, revirtiendo el desequilibrio", complementa la terapeuta floral Maud Ferrés, una de las pioneras en usar flores de Bach en niños. Entre sus pacientes no sólo hay niños con déficit atencional, hiperactividad o miedos. También hay otros con síndrome de Down y autistas. "Tuve un niño que comenzó a tomar sus gotitas y lentamente empezó a tomar contacto con sus padres. Un día, la madre me llamó muy impresionada, porque ella tenía un ritual en la noche de acostarlo, darle un besito y después las gotitas. Una noche olvidó darle las gotas. Y el niño comenzó a quejarse. Se formó todo un mundo de energía entre esa madre y su hijo", recuerda.
Todos los niños, independientemente del mal que padezcan, son candidatos a la terapia floral, un tratamiento sumamente individual. Lo primero que realiza un terapeuta al recibir a un niño es conversar con sus padres, para que ellos le cuenten la historia de ese niño desde que la madre quedó embarazada en adelante. "La historia de un niño tiene mucho que ver con la historia que la mamá tuvo. Los niños nacen con un determinado temperamento, con una esencia, que se va construyendo a partir de su historia", sostiene la educadora de párvulos y terapeuta floral infantil Carola Mella.
Después de esa reconstrucción de la
historia del paciente, la terapeuta hace una preparación de esencias
de acuerdo a las emociones que el niño necesita equilibrar. Los
primeros tres días, las emociones que se quiere equilibrar
reaccionan exacerbándose, pero a partir del quinto día, los
resultados comienzan a ser evidentes. Así le sucedió a Florencia, la
hija de Luz María Venegas. "Entre el tercer y el primer día se puso
el doble de desordenada, impulsiva. Costaba para que se quedara
dormida, era imposible que siguiera instrucciones. Pero al cuarto
día mi hija era otra niñita. Estaba en calma, focalizada en lo que
tenía que hacer".
¿Por qué sucede esto? Porque las flores de Bach no cambian la esencia del niño. Lo que produce el tratamiento es un cambio de conciencia, al quedar los sentimientos negativos lejos de la siquis, "pero el niño no dejará de ser inquieto ni se convertirá en un mueble; sí estará más armónico dentro de su inquietud, tendrá más tiempo de reposo", explica Carola Mella. La sicóloga Soledad Ross complementa esta visión: "Las flores le permiten al niño entender por qué tiene el trastorno y hacer un cambio interno. En el caso del déficit atencional, por ejemplo, como el medicamento les permite tener un mejor rendimiento y enfocarse, la esencia les permite darse cuenta de las cosas que les distraen, conservando su estilo".
No reemplazan a los medicamentos
Ignacia Provoste, con cinco años recién cumplidos, tiene un diagnóstico médico de hiperactividad. Por sus problemas de lenguaje, su madre, Paula Guerra, primero la llevó a un fonoaudiólogo y después a la neuróloga. "A los cuatro años, la doctora me ofreció Ritalín; no me dijo la niña debe tomarlo, pero sí que lo viera como una posibilidad, porque si no le sería muy difícil entrar al colegio. Pero yo soy enemiga de los remedios químicos, así es que deseché la opción en un primer momento", dice Paula.
Fue así como llegó a la consulta de Carola Mella. Desde hace dos años que está con flores de Bach. "Ella le dio gotitas y a los cuatro días dejó de hacerse pipí y de tartamudear. Su problema de hiperactividad disminuyó, pero no en un 100%. Las gotas no son milagrosas, porque la esencia de la Ignacia es ser inquieta. Ahora ya entró al colegio y está bien. Hace dos meses la llevé al neurólogo y me dijo que todavía era muy chica para darle remedios".
¿Por qué sucede esto? Porque las flores de Bach no cambian la esencia del niño. Lo que produce el tratamiento es un cambio de conciencia, al quedar los sentimientos negativos lejos de la siquis, "pero el niño no dejará de ser inquieto ni se convertirá en un mueble; sí estará más armónico dentro de su inquietud, tendrá más tiempo de reposo", explica Carola Mella. La sicóloga Soledad Ross complementa esta visión: "Las flores le permiten al niño entender por qué tiene el trastorno y hacer un cambio interno. En el caso del déficit atencional, por ejemplo, como el medicamento les permite tener un mejor rendimiento y enfocarse, la esencia les permite darse cuenta de las cosas que les distraen, conservando su estilo".
No reemplazan a los medicamentos
Ignacia Provoste, con cinco años recién cumplidos, tiene un diagnóstico médico de hiperactividad. Por sus problemas de lenguaje, su madre, Paula Guerra, primero la llevó a un fonoaudiólogo y después a la neuróloga. "A los cuatro años, la doctora me ofreció Ritalín; no me dijo la niña debe tomarlo, pero sí que lo viera como una posibilidad, porque si no le sería muy difícil entrar al colegio. Pero yo soy enemiga de los remedios químicos, así es que deseché la opción en un primer momento", dice Paula.
Fue así como llegó a la consulta de Carola Mella. Desde hace dos años que está con flores de Bach. "Ella le dio gotitas y a los cuatro días dejó de hacerse pipí y de tartamudear. Su problema de hiperactividad disminuyó, pero no en un 100%. Las gotas no son milagrosas, porque la esencia de la Ignacia es ser inquieta. Ahora ya entró al colegio y está bien. Hace dos meses la llevé al neurólogo y me dijo que todavía era muy chica para darle remedios".
La filosofía del DR. Bach se basa en el principio de que sí
podemos ser nosotros mismos y hacer lo que nos vuelve felices, no solo
cosecharemos los beneficios de una vida satisfactoria y realizada,
sino que además seremos dueños de nuestro propio destino.
Los niños responden con rapidez y mucha efectividad a los remedios
florales de Bach. Los padres que han dado remedios florales de Bach a
sus hijos a menudo se han quedado sorprendidos por el efecto positivo
de las esencias. Los remedios florales de Bach son 100% seguros y
naturales para los niños.
Por consultas o agendar un turno comunicarse con
Lic. en Psicología Alexandra Rovetta
cel. 091 660 517 o psicointegraluruguay@gmail.com
Coordinadora de Psicología Integral Uruguay.
0 comentarios