No quiere domir solo!!!
abril 25, 2013
Por
supuesto que los niños no quieren dormir solos! Ni quieren, ni deben.
Los bebés que no están en contacto con el cuerpo de sus madres,
experimentan un inhóspito universo vacío que los va alejando del anhelo
de bienestar que traían consigo desde el período en que vivían dentro
del vientre amoroso de sus madres.
Laura Gutman.
Los
bebés recién nacidos no están preparados para un salto a la nada: a una
cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida. Esta
separación del cuerpo de la madre causa más sufrimientos de lo que
podemos imaginar y establece un sin sentido en el vínculo madre-niño. No
pasa nada si traemos a los niños a nuestra cama. Todos estaremos
felices. Sólo basta con hacer la prueba para constatar que el niño se
duerme entre sonrisas, que la noche es suave y que no hay nada que pueda
ser contraproducente cuando hay bienestar.
Lamentablemente
las madres jóvenes desconfiamos de nuestra capacidad para comprender
los pedidos de nuestros hijos que son inconfundiblemente claros. Circula
socialmente la idea que satisfacer las necesidades de un bebé los
convierte en “malcriados”, aunque paradójicamente, obtenemos una y otra
vez el resultado opuesto al esperado, ya que en la medida que no
dormimos cuerpo a cuerpo con los niños, ni los tocamos, ni los
apretamos… ellos van a reclamar más y más.
Pensemos
que el “tiempo” para los niños pequeños aparece como un hecho doloroso y
desgarrador si la madre no acude, a diferencia de las vivencias dentro
del útero donde toda necesidad era satisfecha instantáneamente. Ahora la
espera, duele. Si los niños deben esperar demasiado tiempo para
encontrar confort en brazos de su madre, se aferrarán con vigor a los
pechos, mordiendo, lastimando o llorando, apenas tengan acceso al cuerpo
materno. El miedo será la principal compañía, porque sabrán que la
ausencia de la madre volverá en cualquier momento a devorarlos. Los
niños tienen razón en reclamar contacto físico ya que son totalmente
dependientes de los cuidados maternos. Tienen conciencia de su estado de
fragilidad y hacen lo que todo niño sano debe hacer: exigir cuidados
suficientes para su supervivencia. La noche es larga y oscura, y ningún
niño debería atravesarla estando solo. ¿Hasta cuándo? Hasta que el niño
no lo necesite más.
Laura Gutman.
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