PSICOLOGÍA FEMENINA, ARQUETIPOS: Atenea, Sabía hija de Papá
marzo 15, 2017La niña Atenea es curiosa, busca información, quiere saber cómo funcionan las cosas, tiene gran capacidad de concentración y es fundamentalmente intelectual. Muy frecuentemente, una niña tipo Atenea piensa que la mayoría de las niñas son tontas o torpes, expresando la misma actitud que los muchachos parecen tener en la preadolescencia.
Las niñas Atenea no suelen ser niñas problemáticas […]. Las escenas de gritos y llantos suelen ser notoriamente ausentes. Los cambios hormonales difícilmente afectan el comportamiento o estados de humor de este tipo de niñas. Puede que pase sus días de colegio con chicos que son sus iguales desde el punto de vista intelectual.” (Jean Shinoda Bolen, Las diosas de cada mujer)
La vinculación con la figura materna es menor que con la paterna, sobre todo si la madre no acepta o no comprende la naturaleza de su hija. Si la madre responde al patrón de Atenea, o si acepta a su hija y la apoya, permitirá un desarrollo más libre, profundo y armónico de su naturaleza profunda. Si la madre es una mujer emocional, le hablará de sentimientos, mientras que ella lo que necesita son respuestas lógicas y prácticas que su madre no podrá darle. Aquí comienza un vacío de comunicación entre madre e hija, que será una de las causas de la dificultad que tendrá la mujer Atenea para relacionarse con las demás mujeres de su vida y con todo lo que considera femenino. Establece la asociación “lo femenino es vulnerable, no es práctico, no es útil, no conduce al éxito”. Así, la niña y más tarde la adolescente Atenea, empieza a minimizar lo femenino en ella, apostando por una expresión más masculina que siente que le va a facilitar la concreción de sus ambiciones.
La vinculación con el padre es fundamental para su desarrollo. Si el padre responde al patrón de Zeus, hombre poderoso y de éxito, y además la respeta y apoya, permitirá un desarrollo de sus tendencias naturales. Si, por el contrario, no aprueba la tendencia de su hija, puede provocar en ella el sentimiento de que es inaceptable y la desconfianza en sus propias capacidades. En el caso de una figura paterna alejada del modelo de Zeus, su desarrollo dependerá del apoyo que sienta. Si su padre representa la figura del perdedor, puede inhibir su potencial de desarrollo en el arquetipo Atenea o hacer que se sienta no merecedora de su naturaleza triunfadora. En este caso se produce una especie de fidelidad hacia el padre que no triunfó y al que ella siente que traiciona si obtiene el éxito.
En su relación con otras mujeres, tanto la joven como la mujer adulta Atenea intiman poco y lo que normalmente ocupa a otras jóvenes (el sexo, las relaciones románticas) no es de su interés. Por su resistencia a entablar vínculos profundos de amistad con otras mujeres, cabe aquí recordar el episodio que aparece en un fragmento del autor Filodemo (siglo I a.C.) en el que relata cómo, en un enfado con una compañera de juegos llamada Palas, cuando estaban practicando ejercicios de guerra, ocasionó involuntariamente su muerte. Según esta versión, éste sería el origen del nombre de Palas Atenea, pues en señal de dolor por su muerte decidió anteponer el nombre de su compañera al suyo. La mujer Atenea se muestra competitiva con otras mujeres, no se siente parte de la “hermandad femenina” —como le ocurre a Artemisa— y no muestra empatía con situaciones desfavorecidas del colectivo femenino. Su defensa de los valores del patriarcado la sitúa en un lugar distante respecto a otras mujeres y hace que sea difícil un punto de encuentro en la comunicación con ellas.
Mujeres que no tienen activo en su psique el arquetipo de Atenea sienten, habitualmente, un rechazo explícito hacia ella por considerarla “masculina”, fría y calculadora, además de condenar su traición a los valores femeninos. El instinto de maternidad suele permanecer ausente en las mujeres Atenea, a menos que se active Deméter en su psique. Su defensa e identificación con los valores del patriarcado, lo masculino y la acción, hace que preste especial atención a los hijos e hijas que comparten sus cualidades (mental, resolutiva, curiosa, etc.).
En el caso de que los hijos e hijas tengan tendencias orientadas hacia lo emocional y menos competitivas, su actitud es menos tolerante, con los conflictos que esto conllevará para el desarrollo emocional y psicológico del niño o niña: baja autoestima, sentimiento de inadecuación, incluso de culpabilidad por no cumplir las expectativas de su madre. A sus hijos, desde edad temprana, les puede trasladar el mensaje patriarcal “los hombres no lloran”, y con sus hijas, si éstas son niñas emocionales, se produce a veces un distanciamiento, repitiéndose así la misma historia que la mujer Atenea suele vivir de niña con su propia madre.
Cuando los hijos se hacen mayores y se van de casa, la mujer Atenea inicia una etapa expansiva, dedicando su tiempo a nuevos proyectos. Suele llevarse bien con sus hijos adultos, a los que ha educado en la independencia, la autonomía y la operatividad. Ante la falta de presencia de otras diosas, la mujer Atenea, en su juventud, centra la mayor parte de sus energías en el trabajo. Trabaja duro para conseguir sus metas y acepta la realidad tal como es. En el mundo del poder y los logros utiliza la estrategia y el pensamiento lógico, es una gestora eficaz, planifica su trabajo y le gustan los retos.
En el trabajo la mujer Atenea puede encontrase a gusto en ámbitos diversos como las matemáticas, la investigación, el campo científico, la abogacía o el mundo de la economía, y ser una excelente consejera profesional o asesora de negocios, así como una hábil inversionista. En el plano profesional busca y encuentra a “su hombre” para el que se convierte en su mano derecha, llegando a desarrollar un profundo sentimiento de lealtad hacia él. Su aceptación de los valores del patriarcado le posibilita convertirse en aliada y leal colaboradora de figuras masculinas de gran poder, lo que no disminuye su autovaloración, pues ella es la “sabia hija de papá”. Hay que tener en cuenta que a ella no le causa ningún conflicto estar al servicio de un “jefe-líder”, porque no siente la rivalidad hacia esa figura masculina. No tiene la necesidad de rivalizar con el poder del hombre, como haría la mujer Artemisa. En su relación con el mundo masculino la mujer Atenea tiende a estar cerca de hombres de éxito y poder. Persigue el renombre para ella a través de la unión profesional o sentimental con hombres capaces y ambiciosos, al igual que hacía la diosa Atenea, en sus relaciones siempre cercanas con los héroes mitológicos. En el aspecto sentimental siente gran atracción por hombres de éxito, fuertes, con decisión. En tiempos pasados, incluso actualmente, puede convertirse en su secretaria, en su ayudante y aliada, aconsejando, respaldando, convirtiendo el matrimonio en una excelente y provechosa “sociedad” en la que los aspectos emocionales y sexuales quedan en un segundo plano. Su insensibilidad emocional, el predominio de criterios de gestión, económicos, laborales y de posición, hacen que la mujer Atenea se plantee el matrimonio desde una perspectiva en la que el amor, los celos, la posesividad emocional, la venganza o el resentimiento vinculados a cuestiones sentimentales o sexuales no sean predominantes.
De este modo, si se da el caso de ruptura y separación, la misma es vivida desde la racionalidad, atendiendo más a cuestiones prácticas y económicas que a los aspectos de la pérdida emocional. Respecto a la sexualidad, la mujer Atenea la vive como parte de un acuerdo intrínseco a la relación y es, en general, un acto calculado que puede llegar incluso a planificar dentro de su agenda diaria. Su sexualidad carece de pasión, a menos que se active en ella el arquetipo de Afrodita. Como buena estratega sabe cómo y cuándo utilizar el sexo para lograr un objetivo, aunque sólo lo utilizaría en última instancia, cuando las demás vías a su alcance no hubieran funcionado. La naturaleza de una mujer Atenea no es en absoluto sensual ni sexy y para ella, como dice Jean Shinoda Bolen: “el poder es el mejor afrodisíaco”. Llegada la mitad de su vida pueden darse dos situaciones: - En unos casos se toma un tiempo para la reflexión, para considerar opciones, asentar su situación e iniciar una transición ordenada a la siguiente fase de su vida. - En otras ocasiones, el cambio se produce por la situación de crisis (resistencia al cambio y necesidad de tomar decisiones) que esté viviendo, que puede sacudir su desapasionamiento y equilibrio y exponerla a sentimientos más profundos.
Unas veces conseguirá afrontar la situación de manera sensata, pero otras puede responder de manera impredecible, fuera del control de Atenea, dando lugar a la activación de otras diosas que influirán en sus decisiones y en los caminos que decida transitar. La cualidad de diosa virgen “completa-en-sí-misma” permite a las mujeres Atenea, en su vejez, mantenerse autosuficientes y activas. Envejecer no es una pérdida para la mayoría de las mujeres Atenea. Por el contrario, por ser más poderosa, útil o influyente […] que cuando era joven su confianza y bienestar pueden incluso ser reforzados en este período. […] Continúa siendo una mujer práctica, llena de vida y de energía y muy participativa. (Jean Shinoda Bolen, Las diosas de cada mujer)
Ámbito limitado del arquetipo
Las características de Atenea se concretan en cualidades de la mujer que, si bien en una etapa de su vida pueden ser necesarias, en otro momento se pueden convertir en limitaciones, en cualidades fuera de lugar que es necesario transformar para seguir avanzando en el proceso de desarrollo a través del arquetipo. Algunas de estas limitaciones son: -Dedicación excesiva a su trabajo, ya que la vía profesional es el campo de batalla actual en el que la inteligencia, la estrategia, la determinación y otras cualidades de Atenea pueden ser puestas a prueba.
- Actitud excesivamente racional que inhibe la amplia gama de emociones humanas. La mujer, como el hombre, son seres emocionales que precisan de algo más que el pensamiento para su desarrollo, la inhibición de esta faceta eminentemente humana ha de ser eliminada si quiere encontrar la armonía y la serenidad.
- Carece de intensidad emocional, lo cual la protege y le ahorra sufrimiento. No obstante, es necesario contactar con las emociones para conocer la compasión y ser capaz de interaccionar con las demás personas para su desarrollo y nutrición. La falta de emocionalidad le impide, en parte, crecer como persona y desarrollar su lado más humano.
- No atiende ni conoce plenamente su cuerpo. Es habitual que este tipo de mujer sufra jaquecas y tensiones generalizadas de las que, en muchos casos, sólo se ocupa cuando le impiden su funcionamiento normal en la vida. Suele desconocer los límites de su cuerpo y, en ocasiones, esto puede ocasionarle problemas serios de salud. De igual modo que en el ámbito emocional, atender al cuerpo, al mundo de las sensaciones, de lo sensual, es imprescindible para un desarrollo equilibrado. -- Está por encima de lo instintivo, de manera que no siente la fuerza de la maternidad, la sexualidad o la procreación con la misma intensidad que otras mujeres, no porque esta información no esté en ella, sino porque no es su prioridad como arquetipo.
-No le interesan las cuestiones espirituales o los planteamientos morales, ni los comprende en los demás.
-Incapacidad para establecer relaciones con alma. El plano de las emociones profundas no es prioritario, su tendencia a la racionalidad inhibe este aspecto de su vida limitando la capacidad de relacionarse desde lo más profundo de sí.
-Intolerancia hacia cualquier tipo de debilidad. Dada su naturaleza, la posición en la que se sitúa, sus capacidades y su forma de afrontar la vida, la debilidad es un defecto que no tolera en sí misma y que tampoco comprende ni acepta en los demás, especialmente en los hombres.
-Falta de miramientos para alcanzar sus metas. Su escala de valores no tiene como fundamento la compasión, la empatía y otros aspectos emocionales, es una mujer resolutiva a la que le interesa la consecución de objetivos y metas. Desde su poder y forma de actuar, competitiva y guerrera, no tiene reparo en los medios que emplea para vencer a otras u otros, forma parte de su naturaleza diseñar estrategias efectivas y no tener en cuenta otras consideraciones.
-La eficacia es su principal y, al mismo tiempo, limitador criterio de valoración. Lo que en un momento concreto puede ser una virtud, en otro momento se convierte en un defecto, ya sea por exceso o por carencia. En este caso la mujer Atenea, dado su poder y operatividad, permanentemente presentes, puede caer en el exceso al dar prioridad siempre a los criterios de eficacia y exigir a los demás que estén a su altura bajo cualquier circunstancia.
Integrando el arquetipo. Propuesta de aprendizaje
Dos aspectos fundamentales a trabajar destaca Jean Shinoda Bolen para la mujer identificada con Atenea: atender a la niña interior y a la figura de la madre. Eduardo Grecco señala además la necesidad de considerar la soberbia como actitud a moderar. La propuesta de aprendizaje pasa por los siguientes aspectos:
- Conectar con su niña interior. Atenea nunca fue niña, nació como mujer adulta de la cabeza de Zeus. Este pasaje mitológico tiene mucho que ver con la realidad de una mujer Atenea y repercute en su forma de afrontar la existencia, inhibiendo el plano emocional que vincula a la propia vida con el alma y priorizando el plano mental. Recuperar a la niña supone dejar de lado la racionalidad y la tensión de la eficacia, permitiéndose descubrir, imaginar, jugar, crear, fascinarse, sorprenderse y sentir. Cuando alguien está hablando de algo que ella no ha experimentado, la mujer Atenea debe aprender a escuchar y a imaginar, lo mejor que pueda, tanto la situación como los sentimientos descritos. […] Cuando se halla en medio de un momento emocional, tiene que intentar permanecer en él y permitir que los demás le ayuden. Para volver a descubrir su niña perdida tiene que reír, llorar y dejarse abrazar.” (Jean Shinoda Bolen, Las diosas de cada mujer).
- Atender a la figura de la madre. Metafóricamente, la mujer Atenea carece de madre, lo que conlleva limitaciones a la hora de relacionarse con su propia madre y de permitirse a sí misma acercarse al arquetipo de Deméter. Para una mujer Atenea, encontrarse y reconciliarse con la figura de la madre significa redescubrir su relación con lo femenino y poder conectar con los valores implícitos en la feminidad: delicadeza, sensualidad, erotismo, acogimiento, maternidad, sensibilidad, etc.; apreciar los valores del matriarcado, reconocer la fuerza, la sabiduría intuitiva y la posibilidad de acceder a otro tipo de poder, el que se ejerce desde la receptividad femenina. Contactar con lo femenino, a través del encuentro con la madre, puede flexibilizar sus modelos para permitir la activación de las otras diosas y sus arquetipos. Todo ello facilitará que tenga un nuevo enfoque sobre el papel de la mujer y cambiará su manera de pensar y de relacionarse con los demás, convirtiéndola en una mujer más cercana y accesible y enriqueciendo su vida cotidiana. Es desde este lugar, en contacto con su energía femenina, cuando ella puede poner su capacidad para el liderazgo al servicio del desarrollo de otras personas. - Reflexionar sobre sus prioridades. Hay diferentes momentos en el transitar por la vida en los que se hace necesaria la revisión de las prioridades. En el caso de la mujer Atenea, llegará un momento en el cual será ineludible considerar sus prioridades en los planos mental, emocional, laboral, familiar, social, etc. y tomar conciencia de qué le aporta nutrición, armonía y desarrollo en cada momento de su existencia.
- Descubrir la sensualidad. El cuerpo es sensitivo, está lleno de sensaciones, vivir el placer de los sentidos a través del cuerpo, conectar con esas sensaciones, con lo sensual, con lo erótico, con lo sexual, es una vía no sólo de disfrute sino de autoconocimiento y evolución para la mujer Atenea, ya que le permite dejar de “vivir en su cabeza” para contactar con otro plano de su existencia que también necesita ser nutrido.
- Abrirse al mundo de las emociones. La transformación y el cambio de actitudes, hábitos y tendencias pasa por la toma de conciencia de aquello que limita y por el acto voluntario y consciente opuesto a aquello que se quiere cambiar. No se trata de estar en permanente alerta para no volver a caer en la actitud que limita, sino de emplear esa energía para desarrollar la acción opuesta, de modo que se vaya creando una nueva actitud, un nuevo hábito. Dado que la mujer Atenea tiene especial disposición para vivir desde lo mental, para trascender e integrar el arquetipo, le será beneficioso conectar con su mundo emocional, prestarle atención y darle un lugar en su vida cotidiana. Cualquier estímulo, situación o interacción lleva asociadas emociones que esperan ser vividas, como un punto de partida para entrar en conexión con el plano emocional.
- Conectar con la espiritualidad. Atender a su naturaleza trascendente a través de la mirada interior, del desarrollo personal, de aceptar vivir la vida en toda su potencialidad y riqueza nutridora. Para una mujer Atenea, cuya mente nunca descansa, contactar con la calma y la quietud a través de vías como la relajación, la meditación, la creación artística y artesana (recordar que Atenea es la diosa de la artesanía y el arte), puede contribuir a proporcionarle un equilibrio interno y un estado de paz interior que le faciliten salir de su mente puramente racional para acceder a la dimensión intuitiva.
- Profundizar en conceptos y actitudes diferentes y opuestas a las que vive cotidianamente. La compasión, la tolerancia, el dolor, el miedo, la vulnerabilidad, son aspectos de la vida sobre los que la mujer Atenea puede profundizar de manera que llegue a una comprensión más amplia de la naturaleza humana. Una mujer Atenea ha de poder separarse del poder de la tiranía y hacerse consciente de su carácter natural de líder, de guerrera, para ponerlo al servicio de la “paz” y el amor y fomentar el desarrollo de otros. Puede así convertirse en un referente por su poder y su autoridad personal, ayudando a otros a conectar con su sabiduría y poder interior. - Tomar conciencia de que el máximo objetivo es la vivencia de los propios procesos. Darle más importancia a los procesos que a las metas, al camino que al destino, pues el propio camino y la acción de caminar ya son en sí mismos destino, la meta a alcanzar es sólo una excusa para mantenerse en el constante movimiento que nutre y propicia la evolución. La sociedad actual utiliza un modelo de pensamiento donde los fines son los objetivos a alcanzar, mientras que los medios son los procesos que es necesario realizar. Este modelo prima el objetivo sobre el proceso; de esto resulta una vida que, paulatinamente, se va desnutriendo. Otro modelo más nutritivo consiste en considerar los objetivos como medios para alcanzar unos fines que son los procesos. Cuando una persona centra su atención en el objetivo para orientar la marcha, pero luego deja de poner toda su atención sobre ese objetivo para atender al proceso que le puede llevar a él, entonces atiende al presente, no al futuro, y atiende a la experiencia, no a la expectativa; esto es lo realmente nutritivo. Convertir los objetivos en medios y los procesos en fines es un modelo válido y útil para el desarrollo y la transformación.
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