El Amor y orden, según Hellinger

marzo 27, 2016


El fundamento para la felicidad y la satisfacción en las relaciones y pareja parece estar claro para todos:  “amor” es la respuesta.  Perfecto, pero ¿cuántas veces hay “amor” al comienzo de una relación y luego se desvanece? ¿Por qué pasa esto tantas veces?  En la rutina de la relación de pareja florecen los roces y las luchas de poder, las heridas y las desilusiones.  Tarde ó temprano la relación muere.  Entonces decimos:  “vamos por sendas diferentes.  No eramos la pareja correcta.  Tal vez funcione con el o la siguiente”

Pareciera que el amor solo no es suficiente.  Además se requiere de buenas formas de comportamiento en la relación.  Los consejeros de pareja nos recomiendan:  “¡Sé sincero, cuida las conversaciones, resuelve los conflictos!” y cosas por el estilo.

¿Hay algo que vaya más allá de todo esto? ¿Qué puede esperarse cuando alguien como Bert Hellinger utiliza la palabra “orden” con relación al amor?

El orden parece ser el polo contrario al amor:  un factor perturbador.  ¿Acaso no se trata con el orden de encajar los sentimientos en modelos angostos y preestableicdos, de levantar diques contra la tempestiva marea de los sentimientos?

Las constelaciones familiares revelan una nueva comprensión de estos polos contrarios:  amor y orden.  Amor y orden son contrarios que deben y pueden complementarse.  La vida está formada por contradicciones y la verdad pocas veces o nunca se encuentra claramente de un solo lado.  El pensar en valoraciones opuestas como “correcto” o “falso” no produce ninguna solución.  Todo aquel que se enamora de los pies a la cabeza olvidando todo el resto, será seguramente tan infeliz como aquel “fanático del orden”, quien se apega a su pareja como si ésta fuese algo inseparable y de esta forma olvida el amor.  En la vida propia es importante mantener un equilibrio y balancear las tensiones entre ambos.

¿Qué tipo de orden es éste?

Seguramente no es aquel orden social que obligó a nuestros antepasados y a sus respectivas parejas a hacerse la vida imposible y a compartir la vida sin amor.  Este orden social ha desaparecido prácticamente.  Basta con observar las relaciones a nuestro alrededor.  Cada vez hay mas caos y confusión.  La estabilidad se ha convertido en algo curioso.  Y nosotros vivimos en medio de esa inseguridad, somos heridos, causamos heridas y seguimos experimentando con valentía.

¿Hay en ese orden anticuado elementos que guarden algún significado o sentido?

Estos ordenamientos se formaron alrededor de los hechos básicos y concretos de la vida.  En realidad, el hombre y la mujer están en el mundo como seres sexuales.  Nuestra sexualidad existe para garantizar la propagación de la especie. La conservación de la especie es junto a la conservación de sí mismo el impulso más intenso en el hombre y en el animal.  Alrededor de la  conservación de la especie se han formado los oredenamientos culturales, los cuales garantizan la propagación.

Con la ayuda de las constelaciones familiares es posible llegar hasta una capa profunda de estos ordenamientos y tornarlos así visibles.  Las constelaciones aclaran la dinámica y las estructuras en las relaciones.  Los temas elementales reaparecen igual o en forma similar en muchas constelaciones.

Una condición básica e importante de una buena relación es el equilibrio entre el dar y el recibir.  Cuando uno da algo bueno se establece un desequilibrio y la necesidad en el otro de balancear este acto.  Cuando este da algo, se desvanece la tensión.  En el caso que dé un poco más de lo que recibió, entonces es el turno del otro para dar.  De esta manera se logra un buen intercambio  en una relación.

Como en las operaciones comerciales, la felicidad en una relación depende del volumen de transacciones entre el dar y el tomar.  La pequeña transacción no produce ganancias.  Cuanto mayor sea la transacción, mayor será la felicidad.  La desventaja en esto es la dependencia.  Quien desee la libertad solo debe dar y tomar muy poco.

Pero no olvidemos:  uno sólo puede dar cuando el otro está dispuesto a devolver lo mismo, siempre y cuando sea capaz de ello.  Lo único que se logra cuando uno da más de lo que el otro está dispuesto a devolver es sofocar a la pareja, haciendo que ésta de menos todavía.  El desequilibrio será cada vez mayor.

Las relaciones donde uno siempre da y otro siempre toma están destinadas a fracasar.  En algún momento, alguno de los dos no soporta más este desquilibrio y se va, dado que las tensiones y el desequilibrio exigen solución.  Puede ser que quien se vaya haya sido el que recibió de más.  Él terminó con la relación dado que no soportó más las tensiones que ella acarreaba.

Especialmente sorprendentes parecen ser las expresiones de Hellinger acerca de que el equilibrio del Bien también repercute en elequilibrio del Mal. Se requiere de un balance en el caso que alguien lastime al otro con sus acciones.  El cupable deberá pagar o dar algo equivalente al daño cometido.  Esto ayuda a la relación de pareja.

En lo relacionado al equilibrio del Mal, es favorable que se exija algo menos de lo que se exigió anteriormente.

Se comete un daño muy grave a la relación de pareja si alguien se cree muy bueno por no exigir el equilibrio, por ejemplo:  alguien que perdona generosamente.  De esta manera, no soluciona la existente necesidad de llegar a un equilibrio y no le da al culpable la posibilidad de subsanar el error.  Así solo aumenta aún más el desequilibrio.  Por un lado, él es la víctima, por el otro, perdonando al culpable se ubica por encima de él.  Él parece ser una mejor persona que la otra.  Pero esto no es necesariamente la verdad.

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