Potenciar la creatividad de nuestros niños y niñas
septiembre 04, 2015
Desde pequeños, los niños(as) van descubriendo el mundo que les rodea. Toda experiencia nueva despierta su curiosidad e interés y suelen mostrar una actitud abierta a la exploración y al aprendizaje, a través de la experiencia lúdica. Esta constituye un proceso inherente al desarrollo humano en todas sus dimensiones; psíquica, social, cultural y biológica, que acontece en la cotidianeidad de sus vivencias, permitiendo al niño(a) conocerse a sí mismo, a su entorno y construir un sentido existencial.
¿Cuál es el papel que juega la imaginación y la creatividad en el desarrollo infantil?
La imaginación tiene el poder de re-crear el pasado, de traer a la mente lo que no está presente, lo que no es accesible ni tangible a los sentidos. Permite retroceder el tiempo para volver a experiencias que pudieron ser difíciles de entender o de sentir, abriendo nuevas perspectivas que transformarán nuestras vivencias. Así, los seres humanos evocamos recuerdos y viajamos a ellos, reviviendo experiencias desde la perspectiva de otros, o con una mirada más panorámica de lo que aconteció. Sintiendo desde otro lugar, el mundo cambia y con ello, nuestras experiencias se trasforman y se amplían sus aprendizajes.
Así mismo, la imaginación entrega la posibilidad de viajar al futuro, entendiendo que existen múltiples futuros posibles, permitiéndonos anticiparnos, prever, descubrir y experimentar distintas realidades y maneras de vivirlas, desarrollando recursos originales para hacer frente a situaciones nuevas y complejas y a crear posibles caminos, actitudes o estrategias para enfrentarlas.
El proceso creativo va aún más allá. Implica llevar la imaginación a un acto tangible en que se generan ideas originales que ofrezcan algún grado de valor e innovación a la experiencia. Curiosamente, todos, cuando nacemos, llegamos al mundo provistos de una mente potencialmente creativa, pero en muchas ocasiones, la rigidez cultural que caracteriza al sistema educativo y muchas veces las creencias en torno a la crianza, suelen restringir su manifestación al privilegiar la memoria o el razonamiento lógico en detrimento de la creatividad.
Los niños(as) usan su creatividad y su imaginación para conquistar el mundo. Muchas veces nos sorprenden con sus preguntas y razonamientos que salen de la lógica convencional. Las contradicciones del mundo adulto se convierten en blanco fácil para la mente creativa y espontánea de los niños(as). ¿Cuántas veces nos hemos sorprendidos al ver cómo un niño o niña disfruta jugando a pilotear un avión, fantaseando con la caja de cartón de algún juguete sofisticado que dejó tirado a medio camino? o cuándo nos enfrentamos a insistentes preguntas sobre el por qué de las cosas, especialmente en esos incómodos momentos en que cuestionan nuestras creencias y nos hacen enfrentarnos a nuestras inconsistencias y limitaciones?…
Promover la creatividad es clave si queremos niños(as) independientes en su forma de pensar, que puedan asimilar las distintas situaciones que viven, siendo capaces de explorar el mundo que los rodea, generar ideas y soluciones originales a sus problemas y puedan crear nuevas realidades y hacer frente a los retos que les presente la vida. Por ello, procurar que nuestros niños y niñas desarrollen su imaginación y su capacidad creativa, constituye un desafío para los padres y educadores, especialmente si pensamos que estaremos preparándolos para un futuro que desconocemos y al que ellos pertenecerán.
¿Cómo se puede estimular la creatividad?
Si queremos desarrollar la creatividad en nuestros niños y niñas, debemos tener presente sus distintas dimensiones para potenciarlas. La mente creativa es “inquisitiva” ya que está en constante preguntarse y preguntar, explorar e investigar, y desafiar los supuestos. Es “persistente” al enfrentarse a la dificultad, atreverse a ser diferente y tolerar la incertidumbre. Es “imaginativa” ya que pone a jugar distintas posibilidades, estableciendo relaciones o conexiones, utilizando la intuición. Es “disciplinada” ya que el acto creativo implica el ejercitar habilidades, desarrollar técnicas o reflexionar críticamente en la búsqueda de una mejora continua. Y es “colaborativa” debido a que el proceso creativo en sí se potencia en el dar y recibir feedback, donde siempre se enriquecerán los resultados si utilizamos aprendizajes previos y abrimos puentes de colaboración con otros. Por ello, es aconsejable incentivar el trabajo colaborativo entre niños8as) y el valor de la diversidad.
Es fundamental poner énfasis en fortalecer la confianza y autoestima. Si un niño(a) no se siente capaz de ejercitar y desplegar libremente sus habilidades, o siente que el entorno no valora lo que él propone, muy difícilmente se va a atrever a inventar, y lo más probable es que termine bloqueando su caudal creativo.
Es necesario crear un ambiente que estimule al niño o niña a investigar, imaginar y manipular, que le permita dar sus propias respuestas, donde el adulto le oriente teniendo en cuenta las ideas del niño(a).
Lo primero es “dejar ser y hacer”, favorecer su naturaleza espontánea, evitando desalentar sus iniciativas, permitiéndoles realizar sus ideas aunque nos parezcan poco usuales, exageradas o absurdas ya que justamente este es el camino por el que el niño(a) va descubriendo nuevas maneras de relacionarse con el mundo. En un segundo momento, será favorable prestar atención a lo que hace con el propósito de guiar su proceso, de una manera lo menos intrusiva que sea posible. En este sentido, es imprescindible valorar el “proceso”; todos aquellos intentos en que el niño(a) se atreve a probar en la búsqueda de un resultado final, y no sólo el producto de éste.
En este sentido, es indispensable que los adultos podamos promover la confianza, la aceptación y valoración de su singularidad, evitando asumir una actitud centrada en la crítica, la comparación, la descalificación y la tendencia marcada a corregir y restringir el espíritu libre y singular de niños y niñas. No obstante, la educación tradicional ha tendido a centrar sus esfuerzos en las normas y en la estandarización de las experiencias de aprendizajes y sus metodologías para evaluar, enseñar y pensar al sujeto que aprende, enfatizando la obtención de repuestas correctas…No es raro, que bajo ese paradigma, los niños(as) sientan un profundo temor a equivocarse y a ser diferentes, y que por ende, se les haga tan difícil tolerar el fracaso y enfrentarse a la frustración que esto les genera.
Es una paradoja de la que los adultos debemos hacernos cargo, ya que no es posible pensar de manera divergente, si no admitimos la presencia del error como parte del proceso creativo. Debemos incentivar la osadía y la capacidad de improvisar y ser flexibles, valorando las equivocaciones en su justa medida, ya no como experiencias de fracaso, si no más bien, como aproximaciones que el niño(a) requiera para apropiarse del aprendizaje, abriéndose a la experiencia y arriesgándose ante la incertidumbre de las posibilidades y del error. Solo así, podrán gestar ideas originales y valiosas que puedan aportar al mundo y a sus vidas.
Si queremos educar niños(as) creativos y desarrollar su pensamiento divergente, debemos buscar una enseñanza que favorezca la autonomía y un ambiente democrático que les permita dar sus opiniones y respetar a los demás; donde se tenga en cuenta la individualidad de cada uno permitiéndoles desarrollar sus propias capacidades y fomentando sus intereses personales.
Cuando hablamos de incentivar la expresión libre de los niños(as), los adultos tendemos a asustamos y lo traducimos en caos, falta de disciplina o rebeldía. Sin embargo, se trata justamente de lo contrario; para tener libertad, el niño o niña debe conocer las reglas establecidas, los límites deberán ser claros y consistentes para que puedan sentirse más seguros y confiados de ser capaces de crear sin temor a ser reprendidos y puedan libremente atreverse a experimentar. Dejando al niño(a) elegir su propia vía, evitamos muchas frustraciones, que frecuentemente derivan en conductas disruptivas que tienden a estresar el vínculo con sus figuras significativas.
Algunas pautas que los padres pueden realizar para estimular la creatividad de sus hijos e hijas:
1.-Respetar el juego infantil. Atiborrar a los niños(as) de actividades extraescolares y llenar su agenda de obligaciones y actividades no es lo más apropiado para potenciar su creatividad. Los pequeños necesitan disfrutar de tiempo prolongado de juego libre, en el que su imaginación sea la que guíe sus actuaciones e impulse su capacidad de ser creativo.
2.-Proporcionar un entorno inspirador. ¿Por qué no crear un espacio para que los niños y niñas den rienda suelta a su creatividad? Algunas ideas pueden ser: colocar murales en los que puedan pintar con libertad, disponer de cajas en las que puedan guardar los tesoros que encuentren y recopilar todos los juegos y juguetes que inspiren su creatividad.
3.-Evitar dirigir sus juegos. A los pequeños les gusta idear nuevas formas de jugar, como construir una torre en vez de la figura prediseñada con los bloques de un rompecabezas. Permitirles que prueben, evitando intervenir si quisieran utilizar sus juguetes de un modo diferente. Al contrario, es importante valorarle y animarle a idear y crear otras maneras de divertirse.
4.- Incentivar y diversificar la exploración de materiales y experiencias. Es favorable que tengan a su alcance plasticinas, papeles, pinturas de colores, cartulinas y todo tipo de materiales, incluso reciclables, con los que puedan dar rienda suelta a su creatividad, así como proporcionar experiencias de interés para el niño avivando su curiosidad, siempre dejándoles a ellos el protagonismo y la iniciativa de actuar libremente. Algunas actividades podrían ser.
- Imaginar figuras e historias al contemplar las nubes recostado en el pasto.
- Proponerles el “juego de las sombras” utilizando un foco de luz y una pared donde reflejar diferentes sombras creadas con las manos y que el niño(a) pueda ir imaginando figuras e incluso historias.
- Relatar y leer cuentos frecuentemente para que empiecen a ver mundos distintos al cotidiano, e incluso se les puede proponer que imaginen otros finales para sus historias favoritas.
5.- El aprender debe ser ante todo una experiencia divertida, lúdica, motivadora y libre. Si los pequeños artistas se ponen a pintarrajear y crear mundos de fantasía no será conveniente corregir trazos ni colores por un cuadriculado sentido de la realidad. Nuestra función es proporcionarles espacio, materiales, ocasión y tiempo para jugar y ejercer libremente su creatividad.
6.- Ajustar los límites en su justa medida. Siempre y cuando estos brinden protección y cuidado a niños y niñas, evitando restringir la experiencia con marcadas prohibiciones y reglas que bloqueen su expresión espontánea. Es importante que los adultos nos hagamos cargo que si queremos ayudar a nuestros niños y niñas a promover su creatividad debemos conectarnos con nuestra propia capacidad creativa. Padres que se abran a la experiencia de improvisar y fantasear, atreviéndose a ser más flexibles y lúdicos como lo fuimos alguna vez de niños(as).
¡Es hora de atreverse a imaginar, jugar y crear junto a sus hijos(as)!Aquí va un Link para descargar cuentos infantiles
http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/la-cabeza-de-colores
Ilona Bartibas F.
Psicóloga Equipo Fonoinfancia
extraido de http://www.crececontigo.gob.cl/
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