Hazlo tu misma: una herramienta para superar rabietas
septiembre 07, 2015
Hay un montón de herramientas para ayudar a los niños y niñas a gestionar sus emociones y canalizar su energía. Una de ellas es esta botella, la botella de la calma. Aunque en mis clases a los niños les dejo elegir si quieren ponerle otro nombre, y algunos la llaman la botella mágica, otros la botella de la fiesta e incluso les tengo oído llamarle la botella de la paz. ¿Precioso verdad? Hoy os cuento como usarla y como crearla. ¡Es muy fácil y económico!
Como siempre suelo expresar, nos preocupa mucho esos momentos en los que los niños pierden el control, les domina una rabieta y no son capaces de gestionar sus impulsos. Pero la verdad es que muchas veces no les damos las herramientas necesarias para que ellos mismos, con acompañamiento, comprensión y paciencia ¡mucha paciencia!, puedan calmarse y sentirse mejor. Más allá de los castigos y los premios (que ya sabéis que no los recomiendo), hay otras muchas formas más positivas y respetuosas de enseñarle al niño a potenciar su autocontrol y a gestionar sus emociones.
La botella de la calma es una herramienta de meditación que ayuda a los niños a poder parar un momento en su ajetreado día a día. La botella (o el bote de cristal) tiene copos de purpurina que al agitarlos se mueven muy rápido (como nuestros pensamientos y emociones cuando estamos nerviosos, enfadados o asustados), y que al dejar la botella quieta los copos empiezan a moverse cada vez más despacio hasta quedarse quietos en el fondo. Por tanto, siempre que hagamos esta actividad con ellos, es importante explicarles esto, para que ellos entiendan que al igual que la botella se agita y se calma, a las personas nos pasa igual. Yo se los suelo explicar a niños y niñas de a partir de 3 años de esta manera:
"Una vez que nuestra botella está acabada, la agitamos y se les pregunta: ¿Qué es lo que está pasando? Una de las respuestas puede ser que la purpurina se mueve muy rápido ¡sin control!
Y les seguimos haciendo preguntas: ¿A vosotros no os pasa alguna vez que perdéis el control, y os vienen muchos pensamientos a la mente, la respiración va más rápido y tenéis el impulso de moveros más rápido o incluso de gritar?
Cuando algunos os digan que sí, podéis preguntarle en qué situaciones le han pasado, y sino os dicen nada les ponéis ejemplos: Cuando os enfadáis mucho que os entran ganas de tirar cosas, o de darle patadas al suelo, o gritar muy alto, o decír cosas que en realidad no sentís a alguien... También cuando estáis nerviosos por ir al médico, a una nueva excursión o a hacer un examen, vuestro corazón va más rápido y la respiración también se acelera tan rápido como se mueven los copos de purpurina. Igual con el miedo y otras emociones.
Cuando habéis explicado esto, y lo han entendido (no os preocupéis si las primeras veces los más pequeños no se quedan muy bien con la historia, con la práctica lo irán comprendiendo), les decimos que ante estas situaciones hay una cosa que nos ayuda a las personas a calmarnos, a hacer más lenta la respiración y el latido de nuestro corazón, y se llama autocontrol. Al igual que los copos de la botella cuando la dejamos quieta se calma, con las emociones y pensamientos pasa igual. ¡Vamos a probar!.
Agitamos la botella y la apoyamos en el suelo, tenemos que observar muy atentamente como la purpurina poco a poco se va a ir moviendo más despacio, y seguiremos mirando hasta que se quede totalmente quieta en el fondo. ¿Habéis visto? En este momento vosotros ahora también estáis muy calmados porque habéis parado".
Los niños suelen emocionarse mucho al principio con la botella, y a veces con la euforia les cuesta calmarse, pero suelen aguantar muy bien el tiempo atentos cuando ven que todos lo hacemos. Por ello no hace mucha falta decir que es una herramienta perfecta para mejorar la atención y la concentración ¿verdad?.
Después de contar la historia, a veces adaptándola un poco y usando más la imaginación según el grupo, intento decirles varias veces que en casa podrán usar la botella cada vez que se sientan nerviosos, asustados, enfadados o incluso molestos. Que sólo tienen que agitarla y observarla quietos esos segundos para calmarse, varias veces.
Lo que queremos con este tipo de actividades es que el niño tenga un amplio abanico de técnicas que puedan usar ellos mismos cuando lo necesiten, y os aseguro que esta es de las actividades estrella, incluso con niños mayores, adolescentes ¡y adultos!.
Como mencioné al principio, es una técnica de meditación o minfulness (atención plena), que ayuda a los niños a dejar de prestarle más atención a su enfado y pensamientos negativos, y les ayuda a desconectar de ellos para poder dirigir todo ello hacia un camino más tranquilo y de mayor control. La botella logra reenfocar la mente sin que sea necesario que los adultos acabemos interviniendo con castigos, gritos o amenazas (venga, reconocer que a veces se nos escapa alguna situación de las manos y recurrimos a esto más de los que nos gustaría...). Si es así, ¡coger vuestra botella y calmaros toda la familia junta!
OJO: Todo lo que hagamos los adultos, les motivará a los niños a hacerlo e imitarlo para bien o para mal. Por tanto, por muchas botellas de la calma que les proporcionemos, si cuando los adultos perdemos el control delante del niño y no sabemos manejar la situación, no pretendamos que los niños lo hagan. ¡Nosotros debemos darles ejemplo y predicar con él! Esto es muy importante.
COMO CREAR LA BOTELLA DE LA CALMA:
MATERIALES
- Una botella de plástico reciclada (lisa para que se vea mejor) o un frasco de cristal.
- Purpurina (podéis probar con diferentes tamaños y formas).
- Pegamento transparente o aceite para niños.
- Colorante alimentario (opcional).
- Agua (si puede ser tibia mejor).
- Aceite de lavanda (opcional).
- Hilo y etiqueta. (opcional)
Se llena la botella o el frasco de vidrio con agua tibia (yo por ahora las hice siempre con agua fría por facilidad). Insertamos la purpurina. Si son pequeños y les cuesta concentrarse, os recomiendo los copos grandes que tardan menos tiempo en posarse.
Si se quiere le añadimos unas gotas de colorante para teñir un poco el agua del mismo color que el de la purpurina. Otra opción es usar copos de purpurina de varios colores para que no haga falta el colorante (como podéis ver en las fotos que hago yo).
Se le añade una cucharada de pegamento transparente (yo no siempre lo he llegado a usar. Esto junto a el agua caliente ayuda a que los copos caigan con un poco más de facilidad al fondo. La última opción que he usado yo es usar la purpurina que ya está en unos tubos mezclados con pegamento (os lo recomiendo), y a mayores podéis añadirle algo más de purpurina, pompones o algún otro adorno brillante si a los peques les apetece.
Si los niños son algo mayores, a mí se me ocurrió añadirle unas gotas de aceite de lavanda para que si quieren puedan abrir la botella y al olerla se relajen con más facilidad. Con niños pequeños hay que supervisar siempre esta práctica, y si lo creéis necesario, podéis pegar el tapón por dentro a la botella con cola para que no puedan abrirla.
También podéis hacerle una etiqueta con el nombre de la botella, decorarla y atársela a la botella o frasco. ¡Les encanta!
Y ahora su parte favorita...
¡a agitar la botella! y ¡a calmarse!
por Yaiza Lorenzo
www.yaiyoga.es
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