Innu 7 meses |
La motricidad desempeña dos funciones
en la relación al niño con su entorno, la adquisición de movimientos autónomos,
establece una nueva relación del niño con el mundo que lo rodea. Una de estas funciones es que, a través de los movimientos expresivos hace
posible la comunicación, por
ejemplo las posturas y los gestos que acompañan a la comunicación verbal. Otra
función es que permite los desplazamientos del propio cuerpo en el
espacio y la manipulación de los objetos. Por ejemplo, poder tomar los
objetos por sí mismo y desplazarse hasta lugares a los que antes sólo llegaba con
la apoyo del adulto.
Esto transforma sustancialmente su capacidad de actuar y transformar así su mundo,
de esta forma modificará la vivencia de “sí mismo” e iniciará el camino hacia
la autonomía. Una de las claves para la adquisición de los movimientos
autónomos es la manera como los adultos toleran o aceptan la autonomía del
niño. El aparato motor toma el valor de facilitar la asimilación y
transformación del mundo espacial. Las acciones del niño es en el espacio le
ayuda a vivenciar y experimentar su cuerpo. De esta forma va tomando conciencia
de su cuerpo, como también de la ubicación en el espacio y desplazamiento de
los objetos. Las nociones de lateralidad devienen de la ubicación de los
objetos en relación a su cuerpo. Determinado estudios demuestran que “La
percepción que el niño adquiere de su propio cuerpo posicionado en el espacio,
actuando por sí mismo sobre los objetos e interactuando con los seres humanos,
resulta un elemento constitutivo de la personalidad.”
Factores que intervienen en el desarrollo motor y postural autónomo:
- 1- Postura decúbito dorsal
Según los diversos estudios la
postura recomendable es la decúbito
dorsal, en la actualidad se sugiere activamente para reducir el riesgo del
Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL ). Además de los beneficios que
esta posición conlleva en relación a la de desarrollo, en relación con la
posición decúbito ventral.
Los beneficios que esta postura aporta son:
- · Cuando el bebé esta acostado sus agitaciones e impulsos pueden manifestarse ya sea como descarga emocional, como ejercicio o como medio de expresión.
- · Asimismo le permite observar el entorno, regular sus tensiones, moverse libremente, expresar sus necesidades y ubicarse en el espacio concreto.
- · A su vez el adulto se encuentra en mejores condiciones para significar las expresiones del niño, facilitando el desarrollo de la comunicación.
- · Ayuda en el despertar del bebé, ya que le resulta progresivo y armónico, beneficiándose así la regulación autónoma de los tiempos necesarios para pasar de un nivel de conciencia a otro. Puede observarse que los niños se despiertan de buen humor: ya que no necesitan llorar para que alguien los cambie de postura. Suele encontrárselos jugando con sus manos, manipulando las mantas de su cuna, emitiendo sonidos o simplemente observando el entorno.
- · También ofrece ventajas en relación con la regulación de la temperatura corporal, frente a sensaciones de asfixia o ante el aprisionamiento de cualquiera de sus miembros. Si los niños se encuentran acostados sobre colchones muy blandos o demasiado abrigados se activará un reflejo, al que Pavlov denominó “de liberación” que sólo puede ser eficaz si los miembros tienen libertad de movimiento. En buenas condiciones, es posible observar que los niños se destapan durante el sueño debido al aumento de la temperatura corporal, o frente a la sensación de asfixia producto de la acumulación del Dióxido de Carbono que libera su exhalación. Cumple, en consecuencia, una importante función respecto a la posibilidad de preservar al bebé de situaciones que pueden ser mortales
- 2- El desarrollo de la Motricidad libre
La Dra. Emmi Pikler fue una de las propulsoras manifestando que el desarrollo de la motricidad libre puede considerarse como fisiológico pero requiere, para manifestarse, determinadas
condiciones afectivas y materiales.
Los estudios demostraron que
en determinadas condiciones, los
bebés desarrollan entre las posturas (decúbito dorsal, el ventral, la posición sentado y la de pie), un sinfín
de posturas y movimientos a los que denominó
“posturas y desplazamientos intermedios”.
Las rodadas, el reptado, el gateo
y las torsiones del tronco en posición ventral, preparan la musculatura para
las posiciones sentado, de pie y la marcha. Estas posturas inician
tempranamente la función de locomoción.
En consecuencia, la organización
autónoma de la actividad postural se presenta como una puesta en relación de
las fuerzas físicas que operan sobre el cuerpo del niño, en función de los
estímulos del entorno.
En el curso del desarrollo de los
grandes movimientos basados en la iniciativa del niño, Emmi Pikler reconoce diez fases
determinadas por los desplazamientos y las posturas. Estas conductas se
integran a las precedentes, configurando esquemas de acción progresivamente más
complejos.
Estas fases, que van desde la
posición dorsal hasta la marcha estable, constituyen los indicadores que
tomaremos para la valoración del desarrollo motor.
FASE 1
Esta fase va desde la postura
decúbito dorsal sin motilidad, hasta el colocarse voluntariamente de costado,
mantenerse en esa posición y regresar a la posición dorsal. El comienzo de esta
fase se caracteriza por sacudidas, flexiones, extensiones de los miembros y
movimientos de rotación de la cabeza, aun sin motilidad.
Progresivamente, conforme avanzan
la maduración y la organización del sistema nervioso, los movimientos se van haciendo
cada vez más controlados hasta lograr la direccionalidad.
La designación “gira de costado”
es iniciada por la rotación de la cabeza y alcanzada por la acción coordinada del
brazo, el tronco y por el movimiento de apoyatura de las piernas.
Las primeras manifestaciones
pueden observarse entre el 3º y 7º mes, aunque ciertos factores biológicos y
del entorno pueden retrasar su aparición.
Entre los factores del entorno
que impiden la libertad de movimiento, se ha encontrado la colocación del niño
en decúbito ventral, el sostén del niño en brazos, sentar al bebé en cochecitos
o sillitas durante el tiempo de vigilia.
Fase 2
“Gira boca abajo”
Puede observarse esta adquisición
entre el 4º y 8º mes.
Sin embargo, ciertos factores del
entorno o biológicos pueden retrasar su manifestación, por lo que resulta
imprescindible crear las condiciones para que el niño pueda organizarla por sí
mismo. Al principio, esto requiere de un gran esfuerzo y numerosos intentos.
Por lo general, las primeras veces que alcanza esta posición, una de las manos
queda atrapada debajo del abdomen. Resulta fundamental saber esperar el tiempo
que sea necesario para que el niño pueda resolver por sí mismo esta situación.
El posicionamiento del cuerpo
determina y condiciona la actividad exploratoria y locomotora. La superficie
proporcionada por el apoyo de las manos, el abdomen y los miembros inferiores,
se convierte en una fuente de estimulación reguladora de las reacciones de
enderezamiento.
Fase 3
“Gira repetidamente” y “se desplaza rodando”
Pasa de la posición dorsal a la ventral y vuelve a la dorsal. Esta fase incluye las conductas “gira repetidamente” y “se desplaza rodando”. Estas conductas pueden observarse entre los 4 y 9 meses para la primera y entre los 6 y 10 meses para la segunda. Estos esquemas de acción consisten en un cambio continuo y en el mismo sentido desde la posición dorsal a la ventral y de esta nuevamente a la dorsal. A partir de ellas pueden recorrer “largas distancias”. Tales comportamientos se desarrollan conjuntamente con esquemas de manipulación. Resultan un medio para alcanzar un objeto que está fuera del espacio proximal, o para acercarse y alejarse de los adultos. Cumplen un rol esencial en el desarrollo de la lateralidad, noción fundamental para la ubicación y el desplazamiento del cuerpo en el espacio
Fase 3
“Gira repetidamente” y “se desplaza rodando”
Pasa de la posición dorsal a la ventral y vuelve a la dorsal. Esta fase incluye las conductas “gira repetidamente” y “se desplaza rodando”. Estas conductas pueden observarse entre los 4 y 9 meses para la primera y entre los 6 y 10 meses para la segunda. Estos esquemas de acción consisten en un cambio continuo y en el mismo sentido desde la posición dorsal a la ventral y de esta nuevamente a la dorsal. A partir de ellas pueden recorrer “largas distancias”. Tales comportamientos se desarrollan conjuntamente con esquemas de manipulación. Resultan un medio para alcanzar un objeto que está fuera del espacio proximal, o para acercarse y alejarse de los adultos. Cumplen un rol esencial en el desarrollo de la lateralidad, noción fundamental para la ubicación y el desplazamiento del cuerpo en el espacio
Fase 4
“Repta”
El reptado representa el comienzo
de los desplazamientos en sentido antero-posterior. Puede observarse el inicio
de esta conducta entre el 7º y 13º mes. Reptar le permite al niño desplazarse
con mayor velocidad y alcanzar objetos que se encuentran a considerable
distancia respecto de su cuerpo. Este tipo de desplazamiento, conjuntamente con
las rodadas, las torsiones y el gateo, preparan la musculatura global del
cuerpo para adoptar y mantener la postura sentado y la de pie. Integrando los
nuevos movimientos a los ya adquiridos, incrementa el repertorio de
comportamientos en secuencias cada vez más complejas, que se caracterizan por
la buena coordinación, la plasticidad y la armonía.
Alternando tiempos de actividad y
de reposo, desplazamientos y manipulación, organiza y regula el tono muscular necesario
para la acción.
Durante este período, adquiere
mayor velocidad y coordinación en el reptado. Progresivamente va despegando
cada vez más el tronco del piso, hasta alcanzar la posición “a gatas”.
Se considera que el niño alcanzó
esta posición cuando el tronco se halla despegado del suelo y alcanza la
horizontal.
Paralelamente, puede mantenerse
en la postura semi-sentada cuando, a partir de colocarse de costado, puede
elevar parte del tronco del piso manteniendo los apoyos de la cadera, muslo,
codo o mano.
Fase 5
“Gatea”
El gateo apoyando las rodillas y
las manos, puede observarse entre el 8º y 16º mes. Representa un salto
cualitativo en la organización postural, por cuanto el tronco se encuentra despegado
del piso.
A partir de una base de
sustentación amplia que le brinda buena estabilidad, el niño irá disminuyendo,
progresivamente, la cantidad de apoyos hasta alcanzar la vertical.
Iniciará elevaciones de su
tronco, apoyando las manos sobre planos verticales y desniveles, preparando la
organización postural y la musculatura para la postura sedente.
El dominio de las fuerzas físicas
que operan sobre su cuerpo le proveen nuevas sensaciones y percepciones
integrando a su Esquema Corporal las nociones de altura y profundidad.
Fase 6
“Se sienta”
Tradicionalmente se considera al
niño sentado con apoyo de las manos. Contrariamente, Emmi Pikler considera que el
niño “se sienta” cuando alcanza esta postura en forma autónoma. Describe una
importante diversidad de posiciones en los miembros inferiores.
Expresa la Dra. Pikler: “El niño
está sentado cuando su tronco se halla aproximadamente vertical y su peso
descansa casi enteramente sobre los dos isquiones y los glúteos.”
La organización autónoma de la
postura sedente se observa entre los 9 y los 16 meses.
Esta postura le brinda libertad
de movimiento, permitiéndole salir o regresar a ella, conforme a sus proyectos
de acción.
En el desarrollo motor y postural
autónomo, los niños llegan siempre a la postura sedente a partir de la postura
“semisentada” o “a gatas”.
Los estudios realizados por
Pikler revelaron, por un lado, que los niños alcanzaban esta postura con una
buena alineación de los segmentos vertebrales y, por el otro, que jamás llegaban
a sentarse desde la postura en decúbito dorsal.
Teniendo en cuenta estos
estudios, llegamos a la conclusión de que tomar a los niños de las manos para
llevarlos a la posición sentada resulta antinatural y antifisiológico.
Fase 7
“Se arrodilla”
Continuando con los esquemas de
acción desarrollados a partir de los reptados y gateos, traslada la misma
secuencia postural apoyando las manos sobre el plano vertical, hasta quedar
arrodillado.
Se considera que el niño está
arrodillado cuando su tronco se encuentra cercano a la vertical y el peso de su
cuerpo descansa sobre una o ambas rodillas.
La aparición de esta conducta se observa
entre los 9 y los 15 meses.
En esta postura se desplazan y
pasan con gran habilidad a la postura sedente, al gateo regresando nuevamente a
ella. El arrodillado se presenta como un precursor de la postura de pie y de la
marcha que le permite organizar la verticalidad del tronco, alineándola con los
muslos, a la vez que el centro de gravedad permanece cercano a la base de
sustentación.
Fase 8
“Se pone de pie”
A partir de la postura
arrodillada, apoya las manos en el plano vertical proporcionado por las
paredes, muebles y el cuerpo de los adultos, llevando a cabo los primeros
intentos de ponerse de pie. La organización autónoma de esta postura, puede
observarse entre los 9 y los 16 meses. Los primeros desplazamientos en la
posición de pie son hacia los costados, debido a que mantiene los apoyos de las
manos en los planos verticales.
Fase 9
“Comienza a andar sin sujetarse”
Conquistada la fase anterior,
retira progresivamente los apoyos de las manos y comienzan a andar sin
sujetarse. Esto puede observarse entre los 12 y los 21 meses.
En los primeros intentos se
desplazan lenta y prudentemente, con una base de sustentación amplia en la que
los brazos se ubican separados del cuerpo facilitando la organización del
equilibrio.
Fase 10
“Camina”
El caminar como conducta
preponderante es propio del segundo año de vida. Se observa, cuando el
desarrollo motor se organiza en forma autónoma entre los 13 y los 21 meses.
Caminar, representa un salto
cualitativo en el desarrollo del ser humano. El niño camina no sólo porque
cuenta con un repertorio biológico innato, sino también porque lo hacen los
seres humanos que viven a su alrededor. Esta conducta pone de manifiesto tanto
el nivel de los procesos madurativos y de la organización funcional, como el de
los procesos psicológicos de individuación e identificación, asociados, a un deseo
profundo de desarrollarse y crecer... la función motriz no es “puro acto
mecánico”.
La actividad motora se conquista
e integra en actividades que surgen de la iniciativa del niño, en el
intercambio activo y permanente con su entorno.
La motricidad del ser humano está
relacionada con lo más profundo de su ser. Motivada por la necesidad, el deseo
y el impulso de conocimiento, pone en acción un repertorio biológico que sólo
puede expresarse en función de la relación que establece el sujeto con el
medio.
El movimiento es fuente de vida.
Todo cuanto tiene vida se manifiesta a través de él. Movimiento de los sistemas
vitales.
Movimiento del ser en el espacio
concreto y en relación con los sujetos. Contrariamente, la quietud, la
inactividad, el sedentarismo, la falta de proyectos, son algunas de las
principales causas de enfermedad, que sólo se recuperan gracias a la acción, es
decir, al movimiento orientado hacia un objetivo.
Para que el niño pueda orientarse
subjetivamente en el espacio objetivo, debe aprender a modelar sus propios
gestos en relación con los objetos y con los sujetos.
Los desplazamientos le permiten
al niño vivenciar la distancia con el adulto. Acercarse y alejarse serán una
consecuencia de los movimientos realizados, al principio sin intencionalidad.
Para él, la posibilidad de
moverse libremente representa el acceso a la fuente principal de conocimiento:
su propio cuerpo y, a través de él, al mundo que lo rodea.
El adulto, por su parte, cumple
con un rol indirecto en las actividades del niño. No enseña al niño a realizar
ningún movimiento en particular. Su función es la observar y proveerle, conforme
a su nivel de desarrollo, los elementos necesarios para su evolución.
Resumen extraído del libro de Desarrollo Motor de E.Pickler