En la construcción de nuestras vidas y de nuestra identidad, el aporte del padre es de una gran importancia. Hasta los tres años, es la madre quien con su presencia, conciencia, amor y radiancia moldea a su hijo/a. Hasta ese momento su aura y el de su pequeño/a están unidos. Se “necesitan” mutuamente y sus identidades está totalmente entrelazadas.
Luego, a partir de los tres años el campo electromagnético (aura) de ambos termina de independizarse y la energía paterna se vuelve muy relevante. Es el momento en que “salimos al mundo”. Niños y niñas empiezan a poner mucha más atención en la figura masculina que simboliza una relación con ámbitos nuevos, exploración y desafíos.
En la mirada de las enseñanzas yóguicas, el padre es quien transmite y modela el carácter, ese núcleo fundamental de valores vividos concretamente, día a día. Es el papá quien proyecta a través de su habilidad y actitud para moverse “allá afuera” de la casa, si el mundo es un lugar seguro o no.
Lo que los padres deben saber es que ¡los están observando! Papá es el primer héroe. Sus hijos necesitan admirarlos y suelen imitar sus actitudes. Sus palabras y discurso deben ser coherentes con lo que hacen. Sus hijos e hijas requieren solidez e integridad en la figura paterna. Él es guía y lleva la antorcha de cómo comportarse y aportar al mundo.
Las antiguas escrituras del yoga dicen que el hombre es como el sol. Debe brillar y no se sentirá pleno y realizado a no ser que verdaderamente aporte ahí donde está. El padre da calor, provee energía. Pone en movimiento, va más allá, es valiente sin miedo. Él ilumina lo que es bueno y malo sin ambigüedad. Y de esta forma los hijos e hijas aprenden también de límites. Estos límites se transmiten con firmeza a través del ejemplo, en primer lugar. Luego con pocas palabras, mirando a los ojos con amor. Debe referirse a las consecuencias naturales que ocurren cuando uno transgrede (Por ejemplo, para un niño de 8 años, “Debemos decir la verdad. Cuando mentimos los demás pierden la confianza en uno, y se alejan…” ) y a las consecuencia inmediatas (ej., Si dejas de hacer tu cama no habrá televisión ese dia…).
Esto es muchísimo más importante que ser “padre amigo”. Si los niños perciben que su padre los “necesita” emocionalmente por ejemplo (lo que se refleja en estar congraciándose con ellos constantemente) serán inseguros. Lo que ellos/as necesitan es una brújula. Esta brújula son los valores (honradez, solidaridad, colaboración, esfuerzo, etc.) entregados con amor, claridad y firmeza por papá.
Padres, sepan que su presencia ilumina y da seguridad a sus hijos/as cuando están en paz. Ellos miran el mundo a través sus ojos. Su compromiso y amor por la vida, por ellos, por su pareja y trabajo perdurará a través de ellos/as. Asuman y disfruten ese poder de crear y dejar un legado que eleve la humanidad.
Jai Gopal Kaur