Para Trabajar con niños debemos revisar nuestras creencias!

marzo 18, 2014

Este articulo es un capitulo dela Psic. Patricia Vidal, tomado de su libro "las Formas del Amor". 

Para trabajar con niños necesitamos desterrar algunos conceptos preciosos como "infantil" o "inmaduro", a los que nos referimos con una connotación negativa cuando se refiere a adultos que en muchos casos, son espontáneos o despreocupados. Y así podemos encontrar un alista de calificativos negativos en relación actitudes de nuestro niño en la adultez.

Explorar y reconocer la invalidación de la infancia dentro de cada uno de nosotros es el primer paso. La mayor dificultad para poder relacionarnos horizontalmente con niños radica en nuestro temor a sumergirnos en nuestras vivencias infantiles.

Al ir al encuentro con nuestro propio niño sabemos que nos encontraremos con nuestros padres de la infancia. Allí está la distancia afectiva, la herida, el desencuentro, que aun se mantiene en nuestra relación interna niño – adulto. Siento que cuando comenzamos nuestro trabajo con los niños, en nuestra elección de esta tarea, en muchos casos hay una necesidad de “salvar” al niño/a y aun, un resentimiento con las figuras parentales. No nos percatamos que el deseo de “salvar”, en sí mismo implica la imposibilidad del crecimiento del niño, ya que la relación se fundamenta en una imagen de debilidad y desprotección.
El poder continua en el adulto, y el niño es visto cómo víctima o necesitado. Eso quita dignidad.

Si no se reconoce a nuestros padres y restauramos la confianza en ellos, el crecimiento será parcial, disociado y defensivo. Cuando trabajamos con niños también trabajamos con sus padres, y con el niño interno de sus padres. Y entonces ahí está también los padres internos de los padres, que no son ni más ni menos que los abuelos del niño. Por lo tanto mirábamos el campo familiar del niño, así como el propio nuestro.
Debemos diferenciar el niño interior esencial del estado “niño”. En el estado de vida de niño se van acumulando negatividades. Para llegar al niño esencial, primero tenemos que abordar al niño negativo. El termino negativo hace referencia a aspectos que vamos introyectando en la construcción del yo y quedan enquistados, sin madurar y a la vez nos separan de la conexión original de nuestra esencia (niño interior).
Este niño negativo está ligado al amor negativo de los padres y de los adultos que lo han rodeado en su desarrollo. Con niño negativo me refiero a los aspectos que el adulto desarrollo en su infancia a partir de introyecciones de rasgos negativos de sus padres. Por ejemplo las formas de manipulación del ambiente para las satisfacciones de las necesidades personales. A través del vinculo de amor, los padres nos pasan la enfermedad, pero también es verdad que nos adiestran para la sanación futura de la misma (salud enfermedad son polaridades de un mismo movimiento).

Cuando alguien no ha experimentado la niñez porque ha sido reprimido luego en la adultez se ve tentado a tener un ay otra vez conductas infantiles. La infancia esta inconclusa y a la vez nos ponemos serios, tal vez ara ser coherentes con el tamaño de nuestro cuerpo, pero los infantilismos nos asaltan.

Esto es la existencia- niño: vivir el tiempo de infancia que queda inconcluso. O sea la edad de la infancia donde quedamos en el egocentrismo, el capricho, la manipulación, la culpabilidad, la obstinación, la pequeñez, etc. Estos aspectos no crecidos son reprimidos u ocultados. De alguna manera discriminados de nuestra existencia adulta.
Conjuntamente con esos aspectos de la vida infantil, se reprime o discrimina hacia el fondo de la conciencia al ser original (niño esencia) que concentraba para estar en la vida.
El niño esencial no es un estado: es el ser. Y la vida es siempre un paraíso mirada a través de esos ojos.
Para sanar esos aspectos infantiles, que son negativos porque obstruyen nuestra capacidad de llegar a la maduración de ser, nos dirigimos a trabajar con el niño y los padres internos de nosotros mismos.

Este trabajo implica desarrollar la capacidad de ver las heridas de los padres, cómo se conjuga en ellos también el niño con sus padres internos y así más allá de cada uno de nosotros esa imagen triangular, indisoluble, dieron origen. ¡Qué maravilla de perpetuidad!
Trabajar con el vínculo, trabajar con el niño y sus padres, es trabajar en la prevención y el cambio social. Reconectarnos con las actitudes y sentires que teníamos de niño en nuestra relación con el mundo familiar y social, nos permite avanzar para trascender nuestras negatividades y a la vez nos permite ponernos en el lugar de los niños ser Pacientes y comprenderlos. Por eso vamos a mirar el lugar del niño y de los padres en este visón gestáltica que implica la sanación y la reconexión con nuestra alma.


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