Emociones humanas y su impacto en nuestro ser – Falta de apoyo
mayo 06, 2013
La energía de la falta de apoyo se asienta en la cadera. Cuando se
elije creer que en una circunstancia en particular, el que nos tiene que
socorrer es otro ser humano: pareja, papá/mamá, hijo/a, hermano/a
mayor, suegro/, jefe, asistente, etc., como fuimos creados con libre
albedrio – Dios respeta nuestras decisiones y libertad – entonces, El se
hace a un lado.
Como el apoyo humano puede fallar, se empieza a
carecer de soporte en la articulación del fémur con la cadera y se
padece de osteoporosis pudiendo ocurrir hasta fractura.
Si eliges pensar que en Dios te sostienes y te fortaleces, que El es tu sustento, entonces el Padre te hace llegar lo que necesitas a través de cualquier mano. Ábrete a recibirlo; así actúa El, eso es apoyo divino.
“Dios: en ti y en los bellos ángeles me apoyo. Tu Padre eres mi pilar y fortaleza. Ustedes mis amigos celestiales son mis intercesores, mi dulce compañía”.
Cuando lo recibas, bendice los recursos humanos que Dios usa. Además, en el momento en que alguien comparta su abundancia contigo, agradece a Dios en esa persona y honra a ese hermano.
Soberbia
La humildad se puede polarizar hacia la soberbia o hacia el hecho de dejarse humillar. Cualquiera de las dos formas es perjudicial. La soberbia nos divorcia de Dios, nos aleja de la felicidad y el éxito. Es tan baja su vibración, que hace que la persona se choque con todo su entorno y el conflicto se vuelve la orden del día.
Evita caer en la soberbia, lo que se traduce en falta de humildad divina, al creerse uno sobrado o superior, ignorando que todos somos hijos de Dios. Cuando se es impulsivo no se mide en lo que se dice y recuerda que las palabras tienen poder. No querrás arrugarle el corazón a tus seres queridos en un instante de exasperación. Hablar golpeado tampoco es una buena opción. Además, renegar también es una forma de soberbia.
Por otro lado, si una persona te denigra, estás permitiéndole que sea menos buena y que pierda, por así decirlo, puntos en el cielo. No manejes soberbia, no acumules humillaciones ni le consientas éste tipo de conducta a los demás porque te dañas las rodillas.
Tristeza & Desesperanza
La tristeza es falta de alegría divina y sumada a la desesperanza son la combinación perfecta para detonar la depresión. La desesperanza se relaciona con la impotencia de que algo no va a cambiar nunca.
La tristeza se deposita en la medula ósea, donde se encuentra el sistema hematopoyético, especialmente en los huesos largos del cuerpo. La tristeza tiene vida propia y “necesita” comer para subsistir, haciéndote creer que realmente existen motivos para afligirte.
“Señor, tu eres la fuente de los milagros. Te entrego esta aparente tristeza y a cambio respiro tu paz, tu amor y tu luz. Elijo disfrutar de la vida. Gozo aprendiendo a encontrar lo feliz en lo simple, cotidiano y sencillo. En cada instante vivo en alegría, vivo en Ti”.
A propósito, el color turquesa es muy útil para disolver la desesperanza. Es curioso, pero la pesadumbre saca joroba.
Impaciencia
La impaciencia es una energía desgastante, nos quita el sosiego porque la paciencia es justo eso, la ciencia de la paz. La creencia aquí es que como las cosas no salen como uno quiere, entonces no se está avanzando en la vida o por lo menos en algunos de sus aspectos.
La creencia de que se está estancado y de que no se progresa o se anda en círculos, se coloca en el canto del pie. Generalmente al anidar esta energía, no nos damos cuenta de los pasos que hemos dado y nos centramos más en “todo lo que hace falta” para llegar.
Debemos ser capaces de ver de manera global y pensar: “Ok, me encuentro aquí, agradezco este sector que ya he transitado y bendigo el camino que aún tengo por delante”. Te aseguro que el agradecimiento te anima a continuar. Ten presente esto: cuando en apariencia estamos estancados lo que realmente estamos es cogiendo impulso.
En medio de las transiciones, lejos de sentir impaciencia disfruta del proceso. Goza de la llegada pero también de la partida. Decía mi papá: todo hace parte del paseo.
“Gracias Señor por el tramo que ya he andado. Bendigo el momento y el sitio en el que me encuentro. Entiendo que tus Tiempos son Perfectos, pongo todo de mi parte para adaptarme”.
Impotencia
La impaciencia lleva de la mano a la impotencia, la cual se asienta primeramente en el bazo y afecta la formación de los linfocitos, pero puede extenderse también sobre el páncreas en forma de amargura volviendo a las personas diabéticas. Al final no se puede probar la dulzura ni siquiera en postres.
La impotencia también se refleja en forma de angustia, ansiedad y preocupación ubicándose sobre el esófago, la boca del estómago y el estomago respectivamente pudiendo producir: reflujo, gastritis, úlceras e incluso parásitos en el intestino.
Otra sucursal de ésta nociva energía es la vesícula. Allí se instala con el nombre de intolerancia haciendo que todo aquello que te saca de tus casillas te genere piedras en la vesícula. Por ultimo la impotencia puede generar ira, violencia e irritabilidad sobre el hígado.
Estas señales que te he presentado hoy, te ayudan a identificar qué tipo de emociones puedes estar alojando en tu cuerpo físico. Son llamados de atención, de ninguna manera son punto de referencia para enjuiciar a otro o a ti mismo por padecerlas. Solo responsabilízate y hazte cargo. Y si lo deseas, ya sabes que puedes contar con el apoyo de los amorosos ángeles. En éstas en particular, los especialistas son los arcángeles Miguel y Rafael.
¡Que tus emociones no te impidan brillar y avanzar en conciencia!
Martha Muñoz Losada
Si eliges pensar que en Dios te sostienes y te fortaleces, que El es tu sustento, entonces el Padre te hace llegar lo que necesitas a través de cualquier mano. Ábrete a recibirlo; así actúa El, eso es apoyo divino.
“Dios: en ti y en los bellos ángeles me apoyo. Tu Padre eres mi pilar y fortaleza. Ustedes mis amigos celestiales son mis intercesores, mi dulce compañía”.
Cuando lo recibas, bendice los recursos humanos que Dios usa. Además, en el momento en que alguien comparta su abundancia contigo, agradece a Dios en esa persona y honra a ese hermano.
Soberbia
La humildad se puede polarizar hacia la soberbia o hacia el hecho de dejarse humillar. Cualquiera de las dos formas es perjudicial. La soberbia nos divorcia de Dios, nos aleja de la felicidad y el éxito. Es tan baja su vibración, que hace que la persona se choque con todo su entorno y el conflicto se vuelve la orden del día.
Evita caer en la soberbia, lo que se traduce en falta de humildad divina, al creerse uno sobrado o superior, ignorando que todos somos hijos de Dios. Cuando se es impulsivo no se mide en lo que se dice y recuerda que las palabras tienen poder. No querrás arrugarle el corazón a tus seres queridos en un instante de exasperación. Hablar golpeado tampoco es una buena opción. Además, renegar también es una forma de soberbia.
Por otro lado, si una persona te denigra, estás permitiéndole que sea menos buena y que pierda, por así decirlo, puntos en el cielo. No manejes soberbia, no acumules humillaciones ni le consientas éste tipo de conducta a los demás porque te dañas las rodillas.
Tristeza & Desesperanza
La tristeza es falta de alegría divina y sumada a la desesperanza son la combinación perfecta para detonar la depresión. La desesperanza se relaciona con la impotencia de que algo no va a cambiar nunca.
La tristeza se deposita en la medula ósea, donde se encuentra el sistema hematopoyético, especialmente en los huesos largos del cuerpo. La tristeza tiene vida propia y “necesita” comer para subsistir, haciéndote creer que realmente existen motivos para afligirte.
“Señor, tu eres la fuente de los milagros. Te entrego esta aparente tristeza y a cambio respiro tu paz, tu amor y tu luz. Elijo disfrutar de la vida. Gozo aprendiendo a encontrar lo feliz en lo simple, cotidiano y sencillo. En cada instante vivo en alegría, vivo en Ti”.
A propósito, el color turquesa es muy útil para disolver la desesperanza. Es curioso, pero la pesadumbre saca joroba.
Impaciencia
La impaciencia es una energía desgastante, nos quita el sosiego porque la paciencia es justo eso, la ciencia de la paz. La creencia aquí es que como las cosas no salen como uno quiere, entonces no se está avanzando en la vida o por lo menos en algunos de sus aspectos.
La creencia de que se está estancado y de que no se progresa o se anda en círculos, se coloca en el canto del pie. Generalmente al anidar esta energía, no nos damos cuenta de los pasos que hemos dado y nos centramos más en “todo lo que hace falta” para llegar.
Debemos ser capaces de ver de manera global y pensar: “Ok, me encuentro aquí, agradezco este sector que ya he transitado y bendigo el camino que aún tengo por delante”. Te aseguro que el agradecimiento te anima a continuar. Ten presente esto: cuando en apariencia estamos estancados lo que realmente estamos es cogiendo impulso.
En medio de las transiciones, lejos de sentir impaciencia disfruta del proceso. Goza de la llegada pero también de la partida. Decía mi papá: todo hace parte del paseo.
“Gracias Señor por el tramo que ya he andado. Bendigo el momento y el sitio en el que me encuentro. Entiendo que tus Tiempos son Perfectos, pongo todo de mi parte para adaptarme”.
Impotencia
La impaciencia lleva de la mano a la impotencia, la cual se asienta primeramente en el bazo y afecta la formación de los linfocitos, pero puede extenderse también sobre el páncreas en forma de amargura volviendo a las personas diabéticas. Al final no se puede probar la dulzura ni siquiera en postres.
La impotencia también se refleja en forma de angustia, ansiedad y preocupación ubicándose sobre el esófago, la boca del estómago y el estomago respectivamente pudiendo producir: reflujo, gastritis, úlceras e incluso parásitos en el intestino.
Otra sucursal de ésta nociva energía es la vesícula. Allí se instala con el nombre de intolerancia haciendo que todo aquello que te saca de tus casillas te genere piedras en la vesícula. Por ultimo la impotencia puede generar ira, violencia e irritabilidad sobre el hígado.
Estas señales que te he presentado hoy, te ayudan a identificar qué tipo de emociones puedes estar alojando en tu cuerpo físico. Son llamados de atención, de ninguna manera son punto de referencia para enjuiciar a otro o a ti mismo por padecerlas. Solo responsabilízate y hazte cargo. Y si lo deseas, ya sabes que puedes contar con el apoyo de los amorosos ángeles. En éstas en particular, los especialistas son los arcángeles Miguel y Rafael.
¡Que tus emociones no te impidan brillar y avanzar en conciencia!
Martha Muñoz Losada
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