El bienestar emocional del bebé Por: Rosa Jové i Montanyola Psicóloga infantil
mayo 04, 2013
La
familia
es el núcleo social en el que los seres humanos iniciamos nuestra
educación en todos los niveles, tanto a nivel emocional (puesto que en
ella
aprendemos a querer y a ser queridos, a ser consolados y a consolar, a
ser
escuchados y a escuchar, a dirimir nuestras diferencias etc.), como
social (ya que aprendemos a relacionarnos con los demás empezando por
nuestros padres,
hermanos...), como de aprendizajes más “académicos” (¿Qué son sino el
aprendizaje de la lengua materna y el de los primeros conceptos? ).
Pero
para que todo eso se de dentro del núcleo familiar de una forma constructiva, y
que pueda fomentar que el menor desarrolle todas sus capacidades, han de darse
una serie de requisitos en la CRIANZA desde que el niño nace y que abarcan
diversas etapas de su vida:
· 0-6
meses. El menor requiere y reclama cuidados y atenciones como ser altricial que
es. Aquellos que las reciben de forma satisfactoria desarrollan una mejor
autoestima, serán niños y adultos fueres emocionalmente. Aquellos que no,
generaran personalidades inseguras, aunque a veces para que no se les note lo
disfrazan en forma de violencia.
· 7
meses a 2 años. Los niños que han recibido los cuidados adecuados necesitan
además sentir que son respetados en aquello que hacen. Pero no solo en lo que
hacen sino en el tiempo que tardan en hacerlo. Cada niño tiene su ritmo y el
querer forzar ese ritmo hace que el niño sienta que hace mal las cosas. La
introducción forzada de alimento, los métodos traumáticos para que el niño
duerma, los castigos severos ante el control de esfínteres, van a provocar un
menoscabo de la autoestima del menor.
A
partir del año debemos dejar muy claro a nuestros hijos que les comprendemos
(aunque a veces no aceptemos sus actos). Es la época en la que se inicia la
independencia y es un momento en que pretenden hacerlo todo ellos solos y
llevando la contraria.
La
transgresión es una característica importante en su evolución que propiciará que
tenga ideas propias y que en la adultez no sea una persona sumisa. Debemos
comprender eso antes de corregir sus actos, puesto que aunque sean contrarios a
nuestros principios, ellos no los hacen para “fastidiar” sino para probar cosas
nuevas y experimentar con el entorno.
Todo lo anterior vendría
a resumir la relación de los padres con el niño, pero también es importante la
relación que mantienen los padres entre ellos, ya que son un modelo educativo
para el menor. En el caso de niños más mayores también es importante la que
tienen los maestros con ellos, puesto que hay niños que pasan más horas de
forma lectiva que hogareña. Pero sobretodo cuando las normas de casa y de la
escuela no son las mismas o son contradictorias.
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