Paciencia para criar ¿de dónde la sacamos? (Parte I)
abril 30, 2013Es un tema al que llevo dándole vueltas desde hace varios meses. Se
trata de una cualidad vital y al mismo tiempo escasa, para lograr una
aproximación respetuosa hacia nuestros hijos. Padres y madres coinciden
en que desean y necesitan -como me dijo recientemente mi querido colega y
editor de este blog, Eli Bravo- un camión de paciencia durante el
desafío que supone la crianza.
Con el propósito de invitar a la reflexión, ofrecer referentes para
consolidar de un modo genuino y sostenible este recurso necesario para
una crianza libre de malos tratos, se me ocurrió hacer un cuestionario y
mandarlo a un grupo de especialistas psicólogos, educadores, madres y
padres blogueros de Iberoamérica, todos amigos y amigas orientados por
los principios de la crianza consciente. La respuesta a la convocatoria
ha sido generosa y sin desperdicio, por lo que vale la pena publicarla
completa, lo cual significa que tenemos material para varias entregas.
Estoy segura de que les va a encantar y a servir de mucha ayuda. Aquí
tienen la primera parte. Recuerden que vienen más en camino. Estén
pendientes cada miércoles de crianza respetuosa en Inspirulina.
La primera en responder ha sido la querida, admirada y frecuentemente citada y recomendada en mis programas y artículos, Violeta Alcocer, psicóloga española especialista en maternidad y crianza, autora del Blog Atraviesa El Espejo. Directora y fundadora de Aula De familia.
En segundo lugar recibí la respuesta de Carlos Costa, papá bloguero
apegado a la crianza respetuosa y afincado en Moaña, España. Su blog, el cartapacio de gollum.
Comenzamos con Violeta Alcocer
¡Hola Berna! Allá voy con las respuestas:
¿Qué es la paciencia?
La paciencia (en el contexto de crianza y educativo) es la capacidad
del adulto para dar un tipo de respuesta adecuada en situaciones de
conflicto. Erróneamente se piensa que tener paciencia es “no actuar” o
“no sentirse mal por las acciones de nuestros hijos”. La realidad es que
la paciencia está más relacionada con la capacidad personal de manejar
emociones, pensamientos y conductas para que nuestras reacciones no sean
ni demasiado prematuras ni demasiado desproporcionadas.
¿Qué importancia tiene en la crianza de los hijos?
Las reacciones inadecuadas por lo general son desproporcionadas e
implican algún tipo de pérdida de control sobre la situación educativa,
por lo que aprender a ser pacientes nos hace mejores padres y
educadores.
¿Por qué a los padres se nos hace tan difícil ser pacientes con nuestros hijos?
Fundamentalmente porque tenemos prisa, aunque también porque
convivimos con creencias erróneas sobre ciertos comportamientos
infantiles (“lo hace para molestarme”), por estilos de pensamiento
inadecuados, poca tolerancia a las emociones negativas que implica la
crianza o ausencia de herramientas para intervenir en situaciones de
conflicto.
¿Qué podemos hacer para que la paciencia nos acompañe de un modo
genuino y sostenible durante las exigencias diarias que demanda la
crianza de los hijos? ¿Cómo se cultiva la paciencia?
El primer paso es detectar los pensamientos automáticos que surgen
ante situaciones de conflicto con nuestros hijos (“otra vez estamos
igual” “esto hoy no acaba bien” “ya no puedo más”). Estos pensamientos
condicionan y generan en nosotros emociones negativas (ansiedad,
frustración, miedo, angustia, etc..) que a su vez nos predisponen a dar
respuestas rápidas y desproporcionadas (gritar, dar golpes, etc.).
Así que cultivar la paciencia consta de un trabajo personal en tres áreas: pensamiento, emoción y conducta.
¿De dónde sacamos la paciencia cuando sentimos que ya no nos queda ni un poquito?
Cuando sentimos que ya no nos queda ni un poquito podemos retirarnos
(que es lo deseable) y/o decirnos a nosotros mismos que no es necesario
intervenir siempre y en todas las situaciones. Es mejor pensar sobre lo
sucedido esa noche y cuando se vuelva a dar una situación similar, saber
cómo actuar.
¿Cómo reconducir las respuestas violentas hacia nuestros peques cuando nos sentimos desbordados?
En vez de intentar “no hacer” (no pegar, por ejemplo), es más útil
intentar “hacer otra cosa” que sustituya a nuestra conducta violenta
habitual. Siempre es mejor dar un golpe de descarga al sillón que al
niño.
Seguimos con Carlos Costa
¡Hola, Berna! He aquí mis respuestas y comentarios.
¡Un beso!
Antes
de nada, quiero indicar algo que quizá sirva para responder a todas las
preguntas de golpe. Cuando alguien me dice que tengo mucha paciencia,
siempre respondo que no es paciencia. Es amor lo que tengo. De hecho,
creo que paciencia no tengo mucha: si me pongo a hacer una manualidad,
lo más habitual es que a los pocos minutos esté ya cansado.
¿Qué es la paciencia?
En el ámbito que nos ocupa, creo que es la capacidad de esperar a que
nuestros hijos asimilen un hecho determinado, que quizá imponemos de
forma -al menos para ellos- arbitraria (terminar la comida, recoger, vestirse para salir…)
¿Qué importancia tiene en la crianza de los hijos?
Toda, porque supone adaptarnos a sus ritmos.
¿Por qué a los padres se nos hace tan difícil ser pacientes con nuestros hijos?
Porque vivimos en una sociedad que siempre tiene cosas “más
importantes” que atender a nuestros hijos. Cosas como ir a trabajar o
salir para cenar con los amigos.
¿Qué podemos hacer para que la paciencia nos acompañe de un modo genuino y sostenible durante las exigencias diarias que demanda la crianza de los hijos?
Darnos cuenta de la infinita paciencia que demuestran cada día
nuestros hijos con nosotros: se levantan cuando les decimos, van al
colegio que hemos decidido por ellos, comen lo que nosotros decidimos y
van de vacaciones a donde queremos nosotros. Con la décima parte de esa
paciencia tendríamos muchos menos problemas.
¿Cómo se cultiva la paciencia?
Poco a poco. Cada día un poco más. Dándonos cuenta de que esa
gota de paciencia que usamos hoy tiene una repercusión inmediata y a
largo plazo en nuestros hijos. Eso nos animará a ser mañana un poco más
pacientes que hoy.
¿Cómo reconducir las respuestas violentas hacia nuestros peques cuando nos sentimos desbordados?
Nunca deberían darse; si se van a dar, mejor alejarse que soltar
violencia contra ellos. Si soltamos violencia contra ellos, utilizar ese
hecho como forma de enseñarles a pedir perdón y enseñarles que los
papás no son perfectos.
extraido de http://www.inspirulina.com
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